El pueblo de Vezdemarbán, ubicado en el extremo este de la provincia de Zamora, se encuentra dentro de la comarca de Tierra del Pan, a unos 50 kilómetros de la capital zamorana. Su topónimo parece proceder de un nombre mozárabe de resonancias arábigas, Maruan.
Este bello municipio, compuesto por amplias llanuras repletas de campos de cereales, cuenta con una población de 404 habitantes. Su principal eje económico es la explotación agrícola, centrada en el cultivo de secano, destacando en especial la producción de cebada, trigo y girasoles. Otra de las actividades económicas del pueblo es la ganadería, principalmente ovina y caprina, siendo minoritaria la porcina. Asimismo, algunos vecinos de Vezdemarbán también se dedican a la industria y al sector servicios.
En lo referente a su historia, el primer asentamiento del municipio fue muy temprano, a juzgar por los hallazgos de época celtibérica del pago de Las Cabañas. Posteriores son los restos que se han encontrado tanto en el casco urbano del pueblo, como en el paraje de Fuente de San Pedro, de época romana. No obstante, su fundación no tuvo lugar hasta el siglo XI, gracias a las repoblaciones llevadas a cabo por los reyes de León, tras la victoria contra los musulmanes.
A mediados del este siglo, el lugar era propiedad de Fronilde Ovéquiz, quien donó sus tierras al Monasterio de San Salvador de Villacete, situado en Belver de los Montes. A finales del siglo XII, Vezdemarbán formaba parte del Alfoz de Toro. Debió ser una villa bastante importante, ya que por esta época llegó a tener hasta siete parroquias. Una de ellas, probablemente la de la Virgen de la Cuesta, perteneció a la Orden de Santiago. De esas siete iglesias y dos ermitas que llegó a tener, sólo quedan dos en pie.
En el siglo XIX, con la división territorial en provincias de 1833, Vezdemarbán pasó a formar parte de la provincia de Zamora, dentro de la región leonesa, y después, de la Comunidad de Castilla y León.
A principios del siglo XX, el pueblo contaba con una rica variedad industrial, llegando a tener 12 fábricas textiles, de mantas y alforjas, muy reconocidas en toda la provincia, y 28 fábricas de chocolate. Ambas actividades prendieron en el municipio en el último cuarto del siglo XVIII y vivieron su mayor impulso como consecuencia de la recuperación económica que llegó con la Ilustración en la época de Carlos III. Las pequeñas fábricas de lana con que contaba, aunque llegaron hasta nuestros días, acabaron agonizando, pero de las de chocolate queda un más que digno vestigio, aunque la fábrica acabó trasladándose a Toro en 1987.