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El municipio de Pereña de la Ribera se encuentra al noroeste de la provincia de Salamanca, a unos 90 kilómetros de su capital, en la comarca de La Ribera. Es uno de los lugares más significativos de la misma, tanto por su arquitectura popular, como por el increíble paisaje que lo rodea. Las gentes de la zona lo denominan El Balcón de las Arribes, ya que su localización estratégica, en lo alto de un cerro, le permite asomarse tanto al Duero, encajonado entre los peñascales que ha ido horadando en el declinar de los siglos, como a su Parque Natural.
Su etimología es desconocida, aunque algunos especialistas aseguran que su topónimo proviene del latín “Pero”, al que se le añadiría el sufijo “-eña” para hacer referencia al Lugar de Pedro. Otras teorías basan su origen en el término “petrinea”, o lo que es lo mismo, hecha en piedra.
Este verdadero vergel, en el que el agua y un sinfín de verdes son los verdaderos protagonistas, está habitado por unos 380 habitantes, que dedican su tiempo a las tareas agrícolas y ganaderas. Son varias las explotaciones de ganado existentes, principalmente ovino y caprino, aunque también existen algunas de vacuno. El aprovechamiento de la oveja en Pereña es completo, ya que se aprecia mucho la carne de sus corderos y, sobre todo, su leche, con la que se hacen magníficos quesos, siempre a la manera tradicional.
La agricultura, antiguamente destinada al autoconsumo, se centra en las explotaciones de los bancales. Destacan los olivares y viñedos, de los que se obtiene excelente aceite y extraordinario vino, con Denominación de Origen propia, afrutado, pero con un toque mineral facilitado por el suelo de las terrazas. La producción de estos maravillosos caldos es, sin duda, otra de las actividades económicas del pueblo, siendo varias las bodegas que los realizan, preservando siempre la tradición. La elaboración casera, antiguamente muy habitual, como se puede comprobar por el gran número de ancestrales bodegas existentes, es cada vez más escasa, debido al envejecimiento acusado de la población.
Otro factor económico, más reciente y secundado por la declaración de la zona como Parque Natural, es el turismo, que ha propiciado la aparición de varios alojamientos rurales, acogedores espacios para el pleno descanso, donde podemos dejar volar nuestra imaginación, al tiempo que catamos algunos de los excelentes caldos macerados en el pueblo. Gracias a esas medidas para fomentar el turismo de la localidad, se está llevando a cabo la señalización de nuevas rutas de senderismo, la recuperación del patrimonio tradicional o la celebración de eventos que animen al visitante a venir.
Su situación de lejanía y aislamiento no ha sido inconveniente para una temprana presencia humana en la zona. Así parecen constatarlo las pinturas rupestres de Palla Rubia, restos prehistóricos de un Neolítico ya lejano. Desde entonces, estas tierras han estado pobladas. Significativa fue la presencia celta, siendo el pueblo vetón el que se instaló en las mismas, dejándonos una tradición ganadera que aún pervive en la arquitectura pastoril. Su presencia está atestiguada por los restos de un castro emplazado en Teso de la Ermita, del que hoy tan solo quedan algunas piedras de la muralla. Los romanos también habitaron la zona, ocupando el lugar del castro. Una de las pruebas más importantes de ello es la estela funeraria empotrada en las paredes de la Casa del Ermitaño, en la que se leen los nombres de dos difuntas: Placidina y Fausta. La historia de estas tierras durante los periodos visigodo y musulmán es incierta, no teniendo nociones precisas al respecto. No obstante, el periodo árabe se recuerda en algunos topónimos, como Almofea, Almerganales, Azafranal o Arrabal.
El nacimiento de Pereña en su ubicación actual se sitúa en torno a los siglos X y XI. Esta zona, considerada como tierra de nadie, fue repoblada por Fernando II, casi un siglo después de que Alfonso VI asegurara la línea del Tajo, tras la reconquista de Toledo en 1085. En 1262, Alfonso X el Sabio otorgó Perenna en señorío a su sobrino Don Martín Alfonso, régimen que, tras breves periodos de realengo, terminaría con la concesión de toda la Tierra de Ledesma a Don Beltrán de la Cueva, a quien pertenecería hasta la supresión del régimen señorial en el XIX. En 1692 Don Martín Cubilano, catedrático de la Universidad de Salamanca, fundó el seminario sito junto a la iglesia. Este aún conserva su fachada de sencillas formas, pero con la belleza de antaño.
Las guerras han marcado la historia del occidente salmantino, pero pocas fueron tan crueles como la de la Independencia, en la que también las gentes de Pereña lucharon por la libertad. El pertrecho pueblo supo levantarse durante el resto del siglo XIX, aumentando ostensiblemente su población. Con la creación de las actuales provincias en 1833, Pereña quedó integrada en la provincia de Salamanca, dentro de la Región Leonesa.
Esta maravillosa iglesia constituye uno de los mejores ejemplos de la comarca. Fue construida por el cantero vizcaíno Pedro de Lanestosa el Viejo en los primeros años del siglo XVI, reutilizando la torre-campanario perteneciente a un castillo del siglo XIII, época fundacional del municipio. Su bella silueta se reconoce fácilmente desde lejos entre el resto de los edificios de Pereña, ya que está levantada en la parte más alta del cerro sobre el que se encuentra el pueblo.
Realizada en sillares de granito bien escuadrados, presenta una sola nave de tres tramos, aunque parece que el trazado inicial se concibió para que tuviera tres naves, ya que aún se pueden apreciar los arranques de los arcos a los lados del arco triunfal. La cabecera, de estilo gótico, está cubierta con una bóveda de terceletes con molduras cóncavas y cornisa de bolas por fuera, mientras que la cubierta de la nave es de madera a dos aguas. A los pies, posee un coro sobre bóveda, semejante a la de la capilla, aunque en cintrel escarzano y con balaustrada de arquitos de piedra.
Adherida al hastial occidental, hallamos la torre-campanario, de planta rectangular. Posee balcón volado con pretil decorado con formas geométricas, aristas decoradas con bolas y espadaña de dos cuerpos. El primero contiene tres vanos semicirculares bien equilibrados, mientras que el segundo solo tiene uno. Ambos se unen mediante formas curvas decoradas en sus extremos con pináculos de estética barroca, estilo al que también responde el frontón partido con el que culmina la espadaña, coronado por sencilla cruz. Esta fue colocada a finales del siglo XX, en sustitución de una veleta que fue destruida en 1975 por un rayo. En la base de la torre se encuentra la puerta de acceso al templo, decorada con un arco semicircular con bolas. La portada renacentista, situada en el lateral sur, queda parcialmente oculta por un soportal realizado en el siglo XVIII.
Su interior, extremadamente sobrio, presenta las paredes prácticamente desnudas con los sillares vistos. De él destaca la imagen de Nuestra Señora de los Ángeles, escultura en piedra policromada, realizada a finales del siglo XV. Esta pieza de extraordinaria calidad, que hace aún más valiosa esta joya de la arquitectura religiosa salmantina, presenta unos ropajes de delicadas formas y un bellísimo Niño Jesús desnudo, sentado sobre el brazo izquierdo de la Virgen, quien le coge los pies con la otra mano. Colgando del arco triunfal tenemos un Crucificado y, tras el altar, un tríptico con Jesús en mandorla.
Además de esta iglesia, Pereña cuenta con otros edificios religiosos de interés. El granito y el arte continúan uniéndose al servicio de la fe en la Ermita del Santo Cristo del Humilladero, situada a las afueras del pueblo. Esta pequeña construcción data del siglo XVI, es de planta cuadrada, cubierta con bóveda de crucería, y está decorada con pinturas inacabadas. Junto a esta ermita, está el cementerio nuevo, del siglo XIX. Desde este hasta la iglesia, se marcó el camino con un viacrucis de catorce cruces de piedra, del que hoy solo se conservan tres.
En la plaza, junto al edificio del Ayuntamiento, se pueden atravesar aun dos arcos pertenecientes a la antigua Ermita de San Sebastián, ya desaparecida.
Esta es, sin duda, la construcción religiosa más emblemática de Pereña. Se encuentra en lo alto del Cerro del Berrocal, en un magnífico paraje dominando el Teso de la Ermita, desde el que se pueden contemplar unas espectaculares vistas. Según cuenta la leyenda, en este teso se haya el lugar de la patada, donde las huellas de la Virgen y del Diablo quedaron impresas tras su lucha.
Según se cuenta, la primera ermita se levantó a finales de la Edad Media, cuando se encontró la imagen de la Virgen. Sin embargo, fue tal la afluencia de peregrinos al lugar, que no tardaron mucho tiempo en levantar una nueva ermita más sólida y espaciosa. Aunque no se conozca la fecha exacta de comienzo de las obras y no sea posible precisar nada de las distintas etapas de su construcción, cabe señalar que el año de su terminación no coincide con el que aparece grabado sobre la puerta de entrada del actual edificio. Esta inscripción se refiere a unas obras de mejora y ornato muy posteriores, de principios del siglo XVIII, ya que, la actual ermita aparece acabada en un documento de los primeros años del siglo XVII.
El edificio actual se renovó bajo las formas del primer Barroco. Presenta una cuidada construcción de excelente calidad, realizada a base de sillares bien escuadrados, planta de cruz latina, con crucero poco pronunciado, y cabecera poligonal, con interesante juego de volúmenes. La nave única se divide en tres tramos, vistos al exterior por los contrafuertes. Estos ayudan a sostener el pórtico del lado norte, al que se accede mediante arco de medio punto, forma que se repite en el vano de ingreso.
Destaca el hastial de poniente, con puerta de acceso y espadaña. Salvando un escalón, se abre la puerta, de arco romano con moldurada imposta y escudo sobre la clave. En lo alto de este primer cuerpo, vemos una cornisa con molduras rectas, que se prolonga hasta el alero de la nave. Sobre las esquinas, donde nace el tejado a dos aguas, destacan sendos pináculos con jarrones. El muro, decorado a mitad de lienzo con un pequeño óculo, sigue la línea de la cubierta, a modo de frontón sobre el que se levanta la espadaña.
Esta es de gran altura y escasa anchura, lo que le confiere un aspecto bastante inestable y débil, a la vez que esbelto. Destacan las salientes cornisas, de sección rectilínea, que separan los dos pisos superpuestos. En el primero, dos vanos semicirculares cobijan las campanas, mientras que, en el superior, solo vemos un único vano de menores dimensiones. Sus laterales curvos rematan en una cuarta cornisa sobre la que se asienta la veleta, bellísimo ejemplo del género, realizada en forja con esfera anular. Rodeando a esta, de nuevo, esa decoración de jarrones tan típica del Barroco.
En su interior, tres retablos nos dan la bienvenida. El central, decorado con estípites en lugar de columnas, es de dos pisos, destacando en el inferior una ventana-camarín enmarcada con un arco floral tallado. Su hornacina conserva la talla de la veneradísima Virgen del Castillo, cuya devoción se remonta siglos atrás. Se trata de una imagen de piedra policromada sobre la que se encuentra el Niño con un pájaro en la mano.
Existen varias leyendas en el lugar en torno a esta Virgen. Según la tradición oral, el culto a Nuestra Señora arranca en los primeros tiempos de la Hispania visigoda y se mantiene sin interrupciones durante más de 250 años, hasta la época en que los musulmanes invadieron la zona. Corría entonces el año 711 y muchos de los vecinos de los pueblos circundantes oponían resistencia los islamistas. Una vieja fortaleza, testigo mudo y solitario de un pasado remoto, les servía de defensa y refugio. Pero su esfuerzo y heroísmo fueron inútiles y, después de varios asedios, se vieron obligados a entregarse al invasor, no sin antes poner a salvo la imagen de la Virgen, que escondieron cuidadosamente en uno de los cubos de aquel castillo.
Pasaron muchos años antes de que volvieran encontrarla. Pese a los intentos realizados por los vecinos para rescatar la imagen, esta permanecía oculta y soterrada en algún lugar desconocido del Berrocal. Un día un pastor llegó extenuado a la cima del teso. Desfallecido y sin la esperanza de encontrar un poco de agua para calmar su sed, se dejó caer sobre un peñasco y rezó a la Virgen. De repente, comenzó a escuchar el murmullo de un manantial y, sorprendido de no haberlo visto antes, bebió con tesón. Cuando alzó los ojos, vio sobre la peña más alta del lugar la figura de Nuestra Señora, quien le reveló el sitio donde debían buscar la imagen extraviada y su deseo de que construyeran para ella una ermita. Los vecinos comenzaron a excavar, encontrando la preciosa imagen de la Virgen. No se recuerda la fecha de tan feliz y singular hallazgo, pero se sabe que fue en la primera mitad del siglo XIV, momento en el que comenzaron las peregrinaciones en su honor.
Cuando se descubrió esta imagen, se encontró junto a ella una piedra blanca y refulgente que se usó como peana para la recién aparecida talla de la Virgen. Tras pasar desapercibida a lo largo de los años, un día se rompió y el polvo que salió de ella se utilizó para curar a los enfermos. Uno de ellos, procedente de Escurial de la Sierra, en un alarde de curiosidad por ver de dónde provenía su medicina, llegó hasta la ermita y solicitó llevarse un pedazo de la piedra como reliquia. Cuando fue a cortarlo, saltó un trozo en el que apareció un pequeño retrato de la imagen titular de la ermita. Desde entonces, esta pequeña reproducción pasó a llamarse Virgen Chica. Este hecho ocurrió el 14 de mayo de 1721, razón por la que se celebra la romería en fecha tan señalada.
Tres veces al año suben los pereñanos a esta Ermita: el lunes de Pascua, en las fiestas de septiembre y, sobre todo, en la romería que en honor a la Virgen del Castillo se celebra el mencionado 14 de mayo, el día festivo más importante de Pereña. Unas 1500 personas se acercan hasta este lugar, tras cubrir los dos kilómetros que lo distancian del pueblo. Un lugar que presume de tener otros encantos, como los miradores hacia el lecho apacible del Duero, los restos del antiguo castro vetón, del que hoy tan solo quedan algunas piedras de la muralla, o la Casa del Ermitaño, del siglo XVIII, aunque con algún resto romano, como las dos columnas del pórtico y la estela funeraria del siglo II-III, empotrada en las paredes, que aún conserva los nombres de dos difuntas: Placidina y Fausta.
El paisaje de viñedo de la localidad, compuesto por pequeñas parcelas organizadas en las laderas escalonadas de los tradicionales bancales, es, verdaderamente, singular. De él se obtiene ese extraordinario vino, con Denominación de Origen propia, afrutado, pero con un toque mineral facilitado por el suelo de las terrazas. Un producto de gran calidad y de múltiples variedades: tradicionales, como la Juan García o la Bruñal, tintas, como Rufete, tempranillo, garnacha o Mencía, y blancas, como malvasía, verdejo y albillo.
La producción de esta bebida es, sin duda, una de las actividades económicas más importantes del pueblo. Desde tiempos pasados, el vino ha estado profundamente ligado a Pereña y es que las características del terreno circundante siempre han sido propicias para el cultivo de frutos de gran calidad con los que se han elaborado caldos excepcionales, convirtiendo el municipio en un lugar famoso por ello.
Tradicionalmente, el vino se elaboraba en bodegas particulares, con lagares de viga y piedra, seguramente comunales o que se arrendaban para su uso. No obstante, aunque está tradición vitivinícola sigue formando parte de Pereña, existiendo pequeñas bodegas particulares, la elaboración casera es cada vez más escasa, siendo varios los grandes productores que, bajo la Denominación de Origen Arribes de Duero, han hecho de la enología un gran negocio, centrándose en la elaboración de productos de gran calidad, sin olvidar sus humildes orígenes y preservando siempre la tradición.
Algunos de estos productores son las famosas Bodegas Ribera de Pelazas y la Bodega Las Gavias. Las Bodegas Ribera de Pelazas se crearon en 1998 y, desde entonces, han mantenido como uno de sus objetivos fundamentales la recuperación de las variedades autóctonas de uva. Elaboran unos vinos con renombre internacional, a través de sus marcas Abadengo, Gran Abadengo y Bruñal. La Bodega Las Gavias se constituyó en el año 2006, sobre las instalaciones de la antigua cooperativa vitivinícola creada en 1958, y pertenece al grupo de Bodegas Ribera de Pelazas
Además, es tal la importancia del vino en Pereña, que allí se encuentra la sede del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Arribes, asociación que, tras años de esfuerzo, ha conseguido unificar dos zonas de tradición vitivinícola, localizadas entre Zamora y Salamanca y vinculadas geográficamente por el recorrido fluvial del magnánimo Duero, gracias a la obtención en 2007 de la Denominación de Origen Arribes.
El pueblo presenta una estructura alargada en dirección norte-sur, siendo la iglesia y la plaza que se forma alrededor de ella el centro neurálgico del mismo. Todo se organiza en torno a dos calles paralelas, comunicadas entre sí por las auxiliares, en las que disfrutamos de preciosos rincones con una arquitectura rebosante de tradición, realizada principalmente a base de granito. Este es el material de construcción que ofrece la naturaleza y los paisanos lo han incorporado a su vida, incluso en épocas en las que ya resultaba más económico construir con otros materiales.
La variedad arquitectónica de Pereña es sobresaliente: encontramos corrales con puertas carreteras y tejaroz, testigos de la actividad ganadera durante el tiempo, paneras, cuadras, tenados. Todos ellos se entremezclan con casas sencillas, de una o dos plantas, levantadas totalmente en mampuesto de granito y adobe, que se esconden tras blanquecinos enfoscados y terrosos recubrimientos, y con vetustos sillares en vanos y esquinas. Algunas poseen pintorescas escaleras exteriores, que, junto a los poyos de sus puertas y patios, han sido mudos oyentes de esporádicas reuniones y amistosas conversaciones.
Además, en las puertas de algunas de estas casas, se pueden ver, aunque convertidas en maceteros, antiguas piedras de lavar, comederos y pesebreras, que también forman parte del patrimonio cultural de Pereña. Las pilas de lavar solían ubicarse en el entorno próximo del núcleo urbano, junto a un pozo, y eran utilizadas también como depósito para el riego de los huertos. Se distinguían de las pilas de comer de los cerdos, porque tenían piedra frotadera y orificio de salida, y comenzaron a dejar de usarse en 1927 con la traída del agua a los lavaderos.
Los comederos, construidos también en piedra de granito, se utilizaban para echarle de comer a los cerdos. Estaban repartidos prácticamente por todo el término municipal y, sobre todo, en las Arribes, porque el ganado pasaba la mayor parte del año suelto en el campo. También había pilas de corral o de pocilga, lugares a los que se trasladaban los animales a principios de verano. Las pilas del campo estuvieron en activo hasta la década de 1940, las de pocilga se mantuvieron unos años más. En cuanto a las pesebreras, eran un conjunto de dos o más comederos y servían para dar de comer a vacas, bueyes y churros. Siguieron utilizándose para engorde temporal del ganado, o como comedero habitual de los animales de trabajo.
Un lugar muy querido por los vecinos es la Casa del Pocito, singular construcción con siete vetustos pilares cuadrangulares, rematados en prismáticos capiteles con rústicos cimacios. Sujetan un anchuroso soportal que protege una preciosa fuente de vaso de cuarto de esfera apoyado en medio pie. Es toda de granito, igual que la piedra sobre la que está apoyada, y posee remate semicircular ribeteado y con ojo de buey en el centro. La belleza pintoresca de este rincón se completa con el mampuesto del muro y una ventana adintelada, resaltada con prismáticos bloques de rústico granito. Encima del pórtico, sobre el encalado del muro, hallamos un sencillo balcón de forja, animado por coloridas flores que muestran su mejor momento en primavera.
En la Plaza Mayor, espacio principal del pueblo, se alzan las edificaciones más importantes del lugar. Si venimos por el oeste, accederemos a ella traspasando un antiguo arco de medio punto, realizado en piedra de cantería, junto al que se yergue el Ayuntamiento. Este sigue la línea de las edificaciones del lugar, con mampostería en muros, salvo en zócalos, marcos y aristas, donde destacan los sillares. La simetría es la tónica en las dos alturas de la construcción, siendo armonioso y diáfano el juego de vanos y muro. Sobre la adintelada puerta principal hallamos el balcón y sobre la cubierta de teja árabe, una caseta que cobija el reloj.
De granito también son las fuentes, los bancales, los puentes, las cercas, los chozos, los molinos, etc., todos ellos resultantes de una economía tradicional basada en la agricultura y la ganadería. Estos últimos, realizados en mampostería, son de planta circular y, en ocasiones, aparecen apostados a contracorriente, para romper la fluidez de las aguas, convirtiéndose así en los protagonistas de las riberas. Estas construcciones, tan necesarias en el pasado, viven un continuo abandono, al ser prescindibles en la vida actual, aunque en los últimos años ha crecido el interés por las mismas y el Ayuntamiento ha restaurado algunas para su visita. Además, en Pereña tenemos la posibilidad de seguir la Ruta de los Molinos, para disfrutar de la belleza de esta arquitectura tradicional, unida simbióticamente al agua, al igual que las fuentes.
Pereña cuenta con varias, regadas por sus múltiples manantiales, de entre las que destaca el Caño Grande, que hacía las veces de abrevadero para el ganado y de lavadero de ropa. Este posee una pila redonda y una especie de columnita rematada en bola, de la que salen dos caños. En 1964, dentro del núcleo del pueblo, se construyeron tres nuevos pilones, que se mantuvieron en activo hasta 1982, año en que se construyeron abrevaderos más funcionales en las principales entradas al pueblo, aptos para todo tipo de ganado.
Relacionados con esta economía tradicional ganadera también, son los restos de diversas construcciones como chozos, chiviteros o incluso las tradicionales cortinas que compartimentan las parcelas. Los chozos, lugares de refugio en la inmensidad vegetal de campos y dehesas, están construidos en mampuesto y poseen una planta circular, un pequeño vano de ingreso y falsa cúpula. Todos ellos nos remiten a un pasado remoto e incierto, posiblemente relacionado con las culturas de la Edad de Bronce.
Pero no todo en Pereña está relacionado con la actividad ganadera, también, por ser un pueblo esencialmente vinícola, en todo el término municipal se pueden observar diversas bodegas subterráneas, así como los bancales, curiosa forma de aprovechar el terreno de las laderas para el asentamiento de fértiles viñedos.
La rica oferta turística de Pereña de la Ribera se ha visto ampliada desde hace un par de años por una magnífica propuesta cultural: Pereñarte, un proyecto que llena de vida y colorido las calles del municipio
En el año 2016, la corporación municipal invitó a la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Salamanca a pintar varios espacios del pueblo. Fueron cuatro alumnos de dicha escuela los que participaron, dejando sus obras en muros y traseras del entorno de la Plaza de la localidad.
Aprovechando esta experiencia y la buena acogida que recibió entre la población local, el Ayuntamiento de Pereña, con la colaboración nuevamente de la Facultad de Bellas Artes de la USAL, puso en marcha el I Certamen de Pintura Mural Pereñarte. Esta vez fueron doce los espacios sobre los que artistas realizaron sus pinturas, con la triple intención de abrir el pueblo a manifestaciones culturales, poco frecuentes y de las que tan necesitado está el medio rural, de convertir estas intervenciones en un polo de atracción para los turistas que lleguen a las Arribes del Duero y quieran visitar la localidad, y de embellecer las paredes del municipio que estén en mal estado debido al paso del tiempo.
Durante los días 23, 24 y 25 de junio de 2017, este grupo de artistas realizó en vivo sus creaciones, haciendo posible que los visitantes pudieran contemplar el proceso de creación de una obra plástica. En el año 2018, también se lleva a cabo el proyecto, que pasa a denominarse EnPereñaArte y adopta la modalidad de concurso. En esta nueva edición, todas las propuestas artísticas están basadas en los oficios y tradiciones del pueblo, definiendo como temas la casa de la estanquera y la modista, la casa del herrero, la casa de los cántaros de agua, la casa del cestero y la quesería.
En la edición del 2020, el IV Concurso de Pintura Mural, EnPereñArte 2020, tiene como tema "La Mujer Rural: Oficios, Tradiciones y Costumbres en nuestra zona". Se pueden presentar los bocetos entre el 1 de febrero y el 31 de marzo de 2020, y la realización de las obras está prevista para el 19 y el 20 de junio de 2020. El concurso se realizará en 4 espacios y se dotarán de 600 euros por autor y obra.
Las calles de Pereña se convierten una vez más en una galería de arte cuyas coloridas obras nos permiten reconocer el entorno natural y social del pueblo y su comarca, así como sus singularidades y atractivos.
Tras un exuberante camino donde afloran sensaciones de un mundo primigenio, entre los términos de Pereña y Masueco, se encuentra la cascada más espectacular y emblemática del Parque Natural Arribes del Duero, el Pozo de los Humos. Conocido así por el abundante vapor de agua que se produce al chocar la torrencial cascada contra las rocas y el agua en calma, es el salto que tiene que dar el río Uces para bajar al Duero, salvando una pared de granito de 50 metros de altura.
Unos pocos metros antes de este salto de agua, el Uces se bifurca, dando lugar al Pozo de las Vacas, llamado así, según la leyenda, porque cerca se despeñó un carro, tirado por dos vacas y cargado de trigo, cuando se dirigía en dirección a un molino cercano. En las cercanías existen restos de asentamientos prehistóricos y pinturas rupestres, aunque no se encuentran en buen estado de conservación.
El Pozo de los Humos presenta su momento de mayor esplendor después de épocas de lluvia y, al principio de la primavera, con el deshielo. Es entonces cuando la brusquedad del gran caudal que cae genera esa especie de humo que le da nombre. Se pueden escoger dos puntos para disfrutar del espectáculo: desde el mirador de Pereña, obteniendo una vista frontal de la cascada y una panorámica de toda la zona, y desde la vertiente de Masueco, accediendo por un camino que baja a un mirador situado por encima de la cascada.
Uno de los rincones más queridos por los lugareños es el Pozo Airón, otra hermosa cascada, dispuesta por la naturaleza de forma escalonada y creada esta vez por el Arroyo del Cuerno. De difícil accesibilidad, se encuentra a escasos 3 kilómetros del casco urbano y destaca por su gran belleza, sublime, al igual que la del Pozo de los Humos. Es curioso destacar que su nombre deriva del dios Airón, divinidad indígena de las aguas profundas y las formas fluviales, que se unió al panteón romano, cuando estos romanizaron el territorio.
Tras la cortina de agua, se esconde una pequeña cueva natural, a la que se accede superando unas rocas y un pequeño camino, que da una nueva perspectiva y envuelve en un halo de misterio a este espectacular salto de agua. Aunque la proximidad, el tamaño y el gran volumen de agua del Pozo de los Humos le ha restado protagonismo a la cascada, el Pozo Airón no tiene nada que envidiar a su vecino en lo que a interés turístico se refiere, ya que ambos comparten en su entorno el incomparable paisaje de las Arribes del Duero.
Asimismo, además del ya mencionado Mirador del Pozo de los Humos, existen en el término municipal dos miradores con vistas espectaculares sobre las Arribes:
El Sendero GR 14 discurre por Castilla y León siguiendo el itinerario del Camino Natural la Senda del Duero, desde los Picos de Urbión, en la provincia de Soria, hasta el muelle fluvial de Vega de Terrón, en la provincia de Salamanca, donde el río cruza la frontera y se adentra en Portugal.
En la comarca más septentrional de la provincia, el Camino Natural vadea los arribes del Tormes y discurre por la penillanura de la Ramajería hasta la localidad de Trabanca. Después se introduce en la comarca de La Ribera y discurre por los arribes salmantinos visitando las poblaciones de Villarino de los Aires, Pereña de la Ribera, Masueco, Aldeadávila de la Ribera, Mieza, Vilvestre, Saucelle, Hinojosa de Duero y La Fregeneda.
Dos son las etapas de esta senda las que se pueden realizar en Pereña de la Ribera:
GR 14. Etapa 34. Es una senda lineal que une las localidades de Villarino de los Aires y Pereña de la Ribera, en un recorrido corto de inesperada belleza. Recorre una distancia de casi 8 kilómetros, que se puede realizar en hora y media. El inicio de la etapa se encuentra a las afueras de Villarino, en el cruce de la carretera DSA-560, que conduce a Pereña de la Ribera. La carretera vadea el Arroyo de Aguasalbas mientras se suceden las vistas panorámicas sobre el Duero. Al llegar a una cerrada curva, el Camino Natural despide el asfalto y remonta la margen derecha del Arroyo de los Cabrones por una estrecha vereda, recorriendo un tramo en el que la vegetación hace sentir al viajero la sensación de hallarse en un singular bosque impropio de esta comarca. El sendero discurre por el viejo camino que antaño utilizaban los vecinos de Pereña de la Ribera para acceder al río Duero y a las fincas situadas en la ladera. Un trecho después, la Senda del Duero cruza el Arroyo de los Cabrones por un puente de piedra larga y remonta el valle por la margen izquierda, a la vera del castro de la Ermita de Nuestra Señora del Castillo. La etapa finaliza entrando en la localidad de Pereña de la Ribera, entre frondosos campos de cultivo.
GR 14. Etapa 35. Es una senda lineal que une las poblaciones de Pereña de la Ribera y Masueco, buscando el paso natural para vadear el río Uces. Recorre una distancia de 9,8 kilómetros, que se pueden realizar en dos horas y media, y supera un desnivel de subida de 220 metros y de bajada de 240m. La etapa se inicia tomando el Camino de los Cuernos, un amplio camino agrícola que discurre por la Cuesta del Cristo y conduce hasta la unión del Regato de las Huertas con el Arroyo de los Cuernos. Un trecho más adelante aparece un cruce y el Camino Natural toma el ramal de la izquierda, una vereda estrecha y poco transitada, por la que merece la pena desviarse para visitar el Pozo de los Humos. La Senda del Duero bordea el Picón de los Cuernos y avanza por la penillanura. Continuando el trazado, entre los callejos de las cortinas, la senda alcanza la carretera DSA-560. El recorrido prosigue por la carretera, en continuo descenso. El viajero puede aprovechar este tramo para observar las Cachoneras del Castillo, pero extremando la precaución porque la carretera es estrecha y las curvas tienen poca visibilidad. Tras una curva de 180 grados hacia la derecha, la calzada alcanza el puente sobre el río Uces. Después de cruzar el río, la Senda del Duero se adentra en un camino rural y asciende la ladera por un suelo de pizarra dejando a la derecha la Casa del Torito, junto al Puente Pereña, el Molino del Castillo y el Castillo, un viejo castro colgado sobre los cachones. El Camino Natural cruza la carretera SA-314 y asciende en dirección suroeste por los pagos de viñas y olivares. Después gira a la derecha y prosigue, entre cultivos, por una estrecha vereda hasta la Vuelta la Garduña donde cruza de nuevo la carretera SA-314. El trazado avanza por un estrecho callejo hasta el Castañar del Calderero. El recorrido alcanza la Casa el Abogado, hoy abandonada. Después, el camino se ensancha y aparece un desvío a la derecha que es otra posibilidad de acceder al Pozo de los Humos y disfrutar de una vista cenital de las cascadas, justo antes de llegar al núcleo urbano de Masueco.
Para más información, consultar: http://www.lasendadelduero.com/rutas-por-el-duero/sendero-gr-14/
Recorrer el término municipal de Pereña de la Ribera mientras se disfruta del senderismo es una experiencia tan saludable para el cuerpo como deliciosa para el ánimo. En este pueblo, además de la Ruta GR-14, existen multitud de propuestas para el senderista, siendo tres las rutas principales que discurren por su entorno:
Aparte de estas rutas, son varios los caminos que se pueden recorrer en Pereña de la Ribera. De hecho, cualquier camino que se coja en la parte oeste o norte del pueblo llevará a paisajes espectaculares de gran belleza. Algunos de ellos son:
A la Ermita de Nuestra Señora del Castillo: saliendo por la parte norte del pueblo, a una distancia de 3 kilómetros, se halla la Ermita de Nuestra Señora del Castillo. Si se va andando, en el primer alto se puede observar perfectamente la situación estratégica que tenía el castro; de hecho, por la parte desde donde se llega no es fácil atacar y por la contraria es sencillamente imposible. Al llegar, se ve una explanada con fresnos donde pasar un rato muy agradable y contemplar la ermita y la casa del ermitaño. Al norte está el Duero, que baja tranquilo, por efecto de las presas, entre picachos graníticos y profundos desniveles.
Al Pozo de los Humos: sendero lineal de 8.6 kilómetros y una duración aproximada de 2 horas y 10 min. El recorrido es de cinco kilómetros hasta la cresta, sin bajar al pozo. Cerca hay un aparcamiento y una barrera que invita a no pasar, según la temporada, por anidamiento de cigüeñas y otras aves. Desde este punto, vamos descendiendo por la pista que nos llevará hasta el mirador, desde el que podremos contemplar el Pozo de frente, a unos cien metros de la cresta. No es fácil bajar -unos 30 minutos-, siguiendo un sendero que sale a la derecha del mirador, y subir cuesta un poco más –60 minutos–. Este último tramo de bajada es duro, aunque merece la pena llegar al río. Al lado del Pozo de los Humos, a la izquierda y escondido, está el Pozo de las Vacas, un remanso de sosiego y aguas serenas desconocido, que solo se ve si te atreves a bajar. A la izquierda del mirador, hay una palla con pinturas rupestres, atribuidas al final del paleolítico. Al Pozo de los Humos se recomienda ir un día fresco, o hacerlo de mañana.
Al Pozo Airón y el Mirador del Duero: sendero lineal de 6.4 kilómetros y una duración aproximada de 2 horas y 10 min. El recorrido comienza saliendo por el arco que hay en la plaza, de frente y siempre siguiendo el camino más ancho. Este lleva al pozo Airón, después de pasar varios antiguos molinos de temporada. A la izquierda, un sendero lleva al pie de la cascada y se puede entrar en la cueva que ha erosionado el aire, detrás del agua. En principio no hay peligro alguno, pero las piedras son muy resbaladizas y hay que tener cuidado. Cuando se deja el pozo, se puede seguir por el sendero hasta una pequeña explanada desde la que se ve el Duero. El camino no ofrece dificultad, salvo los últimos metros para llegar a la cueva del pozo, y no tiene pérdida, aunque no esté señalizado.
Al Teso del Berrocal: a la derecha de la ermita, según se contempla el río, se eleva un poco más el terreno. Si se sigue el camino, se entra en el antiguo castro vetón del siglo V a. C. por los restos de la primitiva muralla. Se recomienda seguir el camino, cruzar las dos explanadas y pasar por debajo de unas rocas que sujetan un vértice geodésico. Desde allí se divisa la parte norte del cauce del Duero.
Al Regato de Cabrones: se llama así por lo menos desde el 1700 y, aunque los eufemismos de los años 60 quisieron llamarlo de otra manera, el nombre de siempre ha prevalecido sobre las mentes adoctrinadoras. A este regato se llega saliendo desde la Plazuela, a la derecha. No tardando mucho se encuentran los postes que marcan el sendero GR-14, que llevará hasta la carretera que da acceso a la central eléctrica de Villarino. Si se quiere bajar hasta el mismo Duero, se puede ir por la carretera o por el antiguo camino, dejando el GR a la derecha.
Al camino de Valdollero o de las Aceñas: aunque ya no hay aceñas ni molinos, sigue siendo un camino de herradura por el que se llega al mismo Duero, un camino que va descendiendo paulatinamente hasta encontrarse con él. El sendero termina en la misma curva del Duero que se ve desde el mirador de la ermita, en un refugio. Es territorio de contrabando, ya que por Valdollero y el Cuarto del Sol pasaban los contrabandistas cuando no existía la presa de Aldeadávila, aprovechando la época de estiaje. El camino está señalizado y no es duro.
Del Picón de la Tabla a los Corrales por la Canalea: si se ha llegado por el camino de las Aceñas hasta la curva del río – el Picón de la Tabla- y se prefiere volver por otro lado, a escasos metros hay un sendero que sube hasta el picón de la Tabla. Desde allí se puede volver por el castro del Berrocal y la ermita o por la Canalea. Este sendero ofrece una perspectiva espectacular, ya que va bordeando la falda del teso, dejando a la derecha el Duero y a la izquierda el farallón de la ermita, para terminar en la carretera después de hora y media de marcha. No es una ruta muy frecuentada por desconocida y porque impone un cierto respeto, pues parece como si el farallón de la izquierda se fuera a precipitar de un momento a otro.
Esta información la pueden obtener de la pagina web http://perenadelaribera.es/cultura-y-deportes/rutas-de-senderismo/
Pereña de la Ribera, también conocida como El Balcón de las Arribes, se encuentra en pleno Parque Natural de Arribes del Duero, un amplio territorio protegido que abarca casi cuarenta municipios del oeste de las provincias españolas de Zamora y Salamanca, justo en la frontera con Portugal. En la zona portuguesa el parque se conoce como Parque Natural del Duero Internacional y está integrado por varias comarcas portuguesas de los distritos de Braganza y Guarda. La parte española se extiende sobre una superficie de 106.105 hectáreas, mientras que la parte portuguesa posee una superficie de 85.150 hectáreas. Ambas suman una superficie de 191.255 hectáreas, lo que convierte a esta zona en una de las áreas protegidas más grandes de Europa.
En el año 2015, la UNESCO declaró Reserva de la Biosfera Transfronteriza la denominada Meseta Ibérica, compuesta por estos dos parques, además del Parque Natural del Lago de Sanabria y Alrededores y de varios espacios más de la Red Natura 2000 pertenecientes a ambos países. Asimismo, el lugar también cuenta con la declaración de Zona de Especial de Protección para las Aves (ZEPA) desde el año 1990. Tres denominaciones que suponen el reconocimiento de una realidad en la que la presencia y aprovechamiento humano ha sabido respetar a la naturaleza y ha convivido en armonía con ella.
Las Arribes constituyen una geografía a salvo del viento y más expuesta al sol debido a su menor altitud. Por ello, en el parque existen dos climas: en las zonas de valle se puede disfrutar de un clima mediterráneo que suaviza las temperaturas, mientras que, en las zonas de penillanura incluidas dentro de la demarcación, existe un clima continental propio de estas provincias, donde los inviernos son más fríos y acusados.
Es su peculiaridad orográfica la causante de ese inusual microclima mediterráneo que contribuye a la diversidad vegetal y convierte al parque en un lugar idóneo para el refugio de la fauna salvaje, especialmente para las aves. De hecho, la fauna y la flora de este espacio natural brillan por la gran riqueza y variedad de especies que las componen y que constituyen una síntesis de aquellas que se pueden encontrar en ambos climas. En esta demarcación habitan unas 200 especies de aves, al menos 45 de mamíferos, 16 de peces, 11 de anfibios y 17 de reptiles y otras tantas de especies vegetales, motivo por el que la zona se declaró Parque Natural.
La red hidrográfica de las arribes viene marcada de manera vertebral por el río Duero. En el Parque Natural, este transcurre encañonado por la penillanura, generando un paisaje de gigantescas pendientes y de una belleza espectacular, que separan bruscamente, pero de forma natural, España y Portugal. A su vez, existen varios afluentes, arroyos y regatos estacionales que rinden sus aguas al Duero, cuyo máximo esplendor se puede contemplar entre los meses de enero y abril.
Todas estas características convierten al territorio en un atractivo destino turístico, ya que, además de poseer un entorno natural privilegiado, a este se le añade un interesantísimo patrimonio cultural, enriquecido por la cercanía de los dos países. Espectaculares miradores y formidables embalses; senderos que nos muestran chozos, chiviteros y cortinas; robles entre rocas de granito; historias y tradiciones; vides, olivos y almendros cultivados en viejos bancales; y, sobre un teso, la querida Ermita, esperando paciente los alegres días de romería.
Más que recomendables son las rutas en barco, desde donde contemplar la inmensidad de este sensacional cañón. Además, para un conocimiento en profundidad sobre la historia, la arquitectura, las tradiciones, el trabajo, los paisajes, la vegetación, las especies animales, rutas, lugares turísticos, restaurantes, alojamientos o diversas actividades del territorio, se pueden visitar las Casas del Parque, situadas en Fermoselle (Zamora) y en Sobradillo (Salamanca).
Casa del Parque de Arribes del Duero 'El Torreón de Sobradillo'
La visita a esta Casa del Parque realiza un recorrido que parte del fondo de los cañones y asciende hasta la penillanura, visitando cascadas y desfiladeros, frondosas laderas y, finalmente, dehesas y campos de cultivo. Como vertebrador del espacio está el Duero, frontera natural con Portugal. Se muestran imágenes, tanto de los miradores de Arribes como de la Red de Espacios Naturales de Castilla y León. Las monitoras de la Casa del Parque ofrecerán información detallada sobre rutas, instalaciones y actividades.
Esta Casa se encuentra situada en la localidad salmantina de Sobradillo, al este de Salamanca en el límite con Portugal. La mejor forma de llegar es desde Salamanca por la SA-300 dirigiéndose hacia Ledesma o hacia Vitigudino por la C-517 y desde Zamora por la C-527 en dirección a Fermoselle. Desde Portugal, por la N-620 en dirección a Salamanca y por la N-122 hacia Zamora.
Plaza Castrillo, 58. 37246. Sobradillo. Salamanca 923 522 048 cp.arribes.sobradillo@patrimonionatural.org
Casa del Parque de Arribes del Duero 'Convento de San Francisco'
El territorio, la forma de vida de Arribes del Duero, su historia geológica y los principales hábitats del espacio natural, desde los arribes y berrocales a la penillanura o las dehesas, se dan cita en esta Casa del Parque, un antiguo convento que data de 1730 y que ha sufrido una profunda rehabilitación respetuosa con la estructura original del edificio.
Esta Casa se encuentra situada en el antiguo Convento de San Francisco de Fermoselle, localidad situada al suroeste de la provincia de Zamora.
C/San Juan, 89. Fermoselle. Zamora 980 61 40 21 cp.arribes.fermoselle@patrimonionatural.org
GR-14 (Vega Terrón - Arribes del Tormes)
GR-14 senda del Duero. Tramo zamorano (camino de los arrieros)
Los embarcaderos desde los que parten los recorridos náuticos organizados por distintas empresas se hallan señalizados en:
- La playa de "El Rostro", junto a Aldeadávila (Barco El Corazón de las Arribes): Salidas: consulta aquí HORARIOS. Tfno: 627 637 349.
- Vilvestre (Barco Las Arribes del Duero), en el paraje de La Barca. Salidas: consulta aquí HORARIOS y RESERVA. Tfno: 923 524 623 / 923 524 696.
- Vega Terrón: Crucero por el Alto Douro Vinhateiro. Salida: consulta aquí HORARIOS y RESERVA. Tfno: 626 678 424.
- La navegación también se puede realizar en el buque hidrográfico de la Estación Biológica Internacional por el tramo vertical más espectacular del cañón con salida y regreso desde Miranda do Douro en su frontera con Zamora: Consulta aquí HORARIOS y RESERVA. Tfno: 980 557 557.
La ruta del Duero es una propuesta cultural de largo recorrido que atraviesa la comunidad castellano leonesa de este a oeste hasta llegar a la frontera portuguesa.Es uno de los ejes más importantes del sur de Europa, ya que permite disfrutar de una oferta turística de naturaleza, arte y gastronomía.
Sigue el trazado del río Duero, protagonista principal en la historia de los pueblos que le abrazan, ya que se convirtió en una línea fronteriza muy importante en la Reconquista. Su recorrido permite al viajero atravesar espacios naturales creados por la acción natural de su curso, convertidos en reservas medioambientales y faunísticas de gran importancia.
En el caso de Pereña de la Ribera, el Duero es sinónimo de frontera infranqueable. Desde los magníficos miradores creados por el gran cañón, se puede contemplar la vecina Portugal, tan cerca y tan lejos… Y son visita obligada las cascadas del Pozo de los Humos o el Pozo Airón.
Para más información sobre esta ruta, puede consultar la página de la Junta de Castilla y León aquí.
Las fiestas patronales de Pereña se celebran el 8 de septiembre, en honor a la Virgen de los Ángeles. Ese mismo día, después de la misa, el Ayuntamiento, al son del tamboril en la plaza, convida con empanadas y dulces a los asistentes. El día 9 se sube a la ermita para hacer el traspaso de las varas de mayordomía a los nuevos mayordomos de la Virgen. Durante los días que duran las fiestas, se celebran campeonatos de cartas y de futbol, actuaciones de grupos de teatro, vaquillas, juegos para niños y no tan niños, desfiles de carrozas, charangas, encierros y toros y verbenas nocturnas. El Ayuntamiento solicita la colaboración de los vecinos para decidir qué actividades se realizarán, así como para engalanar las calles, lo que da un toque original y divertido al pueblo.
No obstante, la fiesta más emblemática es la que se celebra el 14 de mayo, en honor a la Virgen del Castillo. Ese día se lleva a cabo una romería desde el pueblo hasta el teso del Castillo o del Berrocal donde se encuentra la ermita de Nuestra Señora. Antes se iba a pie, en caballería o en carros de labranza. A la salida de misa, los mayordomos convidan a los asistentes a dulces y sangría. El Ayuntamiento invita a comer a los asistentes por un módico precio, aunque se suele llevar algo por si acaso. El día se ameniza con actuaciones de folclore de la zona y con una verbena nocturna.
La gastronomía de Pereña ha sabido preservar de tiempos pasados el gusto por los platos sencillos, propios de la zona rural. De hecho, no puede haber plato más modesto y a la vez exquisito que las patatas meneás, un plato de origen pastoril hecho a base de patatas cocidas a las que se añade la grasa de haber frito previamente chorizo, lomo, tocino y pimentón. Su nombre se debe a que las patatas se menean hasta formar una especie de puré consistente, que se acompaña con pequeños trozos de tocino frito. No obstante, los platos que más destacan en el municipio son los exquisitos guisos de cordero, los asados de ternera, ambos antecedidos por fantásticos platos de cuchara, y los maravillosos embutidos: chorizo, salchichón, lomo y jamón, curados con métodos naturales.
El cocido también es uno de esos platos imprescindibles, con sus piezas de cerdo ibérico, el relleno, el chorizo y la morcilla típicos de la zona. También son destacados las alubias con oreja o rabo de cerdo, las sopas de ajo o las patatas a la importancia. En época de Cuaresma, tras los excesos del Carnaval, se conserva la costumbre de consumir alimentos basados en la tradición cristiana que prohibía comer carne, dando paso a platos como el potaje de garbanzos, que cambia las piezas de cerdo por el bacalao.
Todos ellos quedarán bien acompañados por los excelsos vinos de la zona, un buen plato de queso de oveja y unas buenas perrunillas, rosquillas, floretas o repelaos, productos tradicionales que endulzarán nuestra visita.
Uno de los grandes atractivos del municipio es su entono. Cualquier camino te lleva hacia paisajes fuertes y espectaculares, ondulados y cálidos, a veces transformados por el hombre. Sus tierras están configuradas por los agentes erosivos, siendo dos los ámbitos geográficos los que nos encontramos en su término: el de penillanura, más bien plano y dedicado fundamentalmente a la actividad ganadera, y el de ribera, compuesto por tierras ondulantes, amenazantes farallones e impetuosos desniveles, cascadas y saltos de agua. En este último destacan las terrazas fluviales, realizadas en época medieval y aprovechadas para el cultivo.
La climatología del lugar se caracteriza por la dualidad, con notables diferencias entre la zona arribeña y la penillanura. El clima mediterráneo continentalizado de los campos adehesados, con cálidos veranos y fríos inviernos, choca con ese microclima mediterráneo de ribera, donde las heladas son inexistentes y tanto veranos como inviernos están suavemente atemperados.
La vegetación también se vale de esa dualidad. En las terrazas arribeñas destacan los árboles frutales: naranjos, limoneros, cerezos, manzanos, almendros e higueras, además de olivos y viñedos. No obstante, cuando el roquedo y el relieve impiden el laboreo, la vegetación es generalmente de matorrales, predominando madroños, escobas, enebros, tomillos, cornicabras y piornos. En las riberas y zonas cercanas a ellas, encontramos sauces, fresnos y zarzamoras. Y en la penillanura contemplamos robles melojos, encinas, alcornoques y quejigos. Aunque este es el paisaje natural de estas tierras, su existencia ha sido modificada por las labores agrícolas propias de los cultivos de secano y por la creación de pastizales ganaderos.
Al encontrarse en pleno Parque Natural, Zona de Protección para las Aves y, en especial, de la cigüeña negra, la diversidad faunística es excepcional. El clima peculiar de los valles y sus inaccesibles cañones proporcionan el adecuado refugio y tranquilidad de los animales salvajes. Entre la avifauna destaca la mencionada cigüeña negra, el buitre leonado, águilas perdigueras o reales, alimoches, búhos reales, halcones, perdices, palomas torcaces o ruiseñores. En cuanto a los mamíferos, están el zorro, el jabalí, la nutria, el conejo, la liebre, el corzo, el gato montés y la musaraña. También vemos lagartos, lagartijas, culebras, salamandras, ranas, tritones y sapos y gran variedad de peces, entre los que destacan las carpas, las bogas, los barbos, los lucios, las tencas, los cangrejos y las anguilas. Muchas de estas especies están protegidas y algunas de ellas en peligro de extinción.
El Duero es el padre acogedor de las aguas de Pereña. Aprovechó las fracturas del terreno para deslizarse caudalosamente entre los escarpados farallones. Varios arroyos irrigan el término: unos desembocan en este, como el de los Cabrones o el del Cuerno, y otros lo hacen en el río Uces. A ellos debemos sumar un incontable número de regatos que corren durante la jornada de lluvias, acopiando agua para las diversas charcas y fuentes del municipio. De estas últimas, la más importante es la Fuente Santa, manantial cercano a la Ermita de Nuestra Señora del Castillo, que un sediento pastor encontró tras encomendarse a la Virgen.
Todos ellos pueden presumir de tener rincones de ensueño, lugares recónditos para el hombre, donde se han originado formaciones pétreas caprichosas que nos transportan a tiempos mágicos u oníricos: sirvan de ejemplo las cascadas del pozo de los Humos, la senda de Valdollero, el camino de Cabrones o la senda al pozo Airón.
Las pinturas rupestres de Palla Rubia, restos prehistóricos del Neolítico, se encuentran frente a uno de los paisajes más exuberantes de los entornos del Duero, la cascada del Pozo de los Humos, lugar de acceso peligroso, razón por la que no es recomendable su visita sin consultar previamente con el Ayuntamiento de Pereña.
Estas pinturas se hallan en un refugio natural escondido a la vista del caminante que se detiene embelesado a observar la caída del agua. Presentan figuras esquemáticas variadas, distribuidas en cinco paneles, de colores rojo, negro y ocre. Podemos ver entre ellas imágenes antropomorfas, desde el estilo más naturalista, hasta el más estilizado; puntos a granel y en series; líneas pareadas, como si fueran huellas; una espiral que puede considerarse como un lazo o como un reptil; una semi circunferencia de la que parten líneas hacia el interior; o enrejados de forma cuadrangular, que podrían interpretarse como carros sin ruedas o trampas para la caza.
Este maravilloso conjunto está declarado Bien de Interés Cultural desde 1985, en la categoría de Arte Rupestre, pero está muy deteriorado por el inexorable paso del tiempo, los efectos del clima y la acción irrespetuosa de los visitantes. Junto a las pinturas prehistóricas se encuentran otros elementos posteriores, como cazoletas u horadaciones artificiales en las rocas, y unas 25 cruces latinas que se corresponderían con actuaciones posteriores, relacionadas con el arte pastoril y la cristianización de la zona. El conjunto constituye una ruta de gran belleza y valor natural y paisajístico, por eso no está exento de restricciones en determinadas épocas del año, cuando se recomienda no acceder hasta el mirador por tratarse de la temporada de anidamiento de cigüeñas y otras aves autóctonas.
En caso de querer acceder hasta la Palla Rubia, por favor previamente ponganse en contacto con el Ayuntamiento de Pereña de la Ribera.
No todos los senderos se pueden hacer solo andando, ya que en Pereña también hay Rutas para Bicicleta de Montaña. Y es que, en el propio pueblo, existe un Centro BTT completamente equipado, que ofrece a los amantes de este vehículo algo más de 120 kilómetros de caminos correctamente señalizados, que unen la población de Pereña con la vecina Villarino de los Aires, además de un espacio de libre acceso en el que los visitantes pueden encontrar información sobre la red de caminos, el sistema de señalización, recursos de interés, baños equipados con ducha, un punto de lavado de bicicletas, un pequeño taller de reparación y atención telefónica permanente, entre otros servicios
Los caminos o recorridos señalizados se han clasificado según su dificultad, caracterizándose esta red de senderos por su relevante dificultad, ya que dirige al ciclista por trazados de grandes desniveles a lo largo de parte de las arribes del Duero. Estos siete caminos son:
El Camino de la Ermita. Este camino de ida y vuelta, en su mayor parte asfaltado, es el único trazado que dirige al ciclista desde la población de Pereña a la cumbre del Berrocal, donde se encuentran la conocida Ermita de Nuestra Señora del Castillo y la Casa del Ermitaño, ambas localizadas sobre lo que fue un castro prerromano. La dificultad de este camino se centra en su desnivel, con una pendiente media de ascenso del 5,34%, siendo un trazado sin apenas complicaciones técnicas. El paisaje que el ciclista puede contemplar a lo largo del trazado crece en espectacularidad conforme aumenta en altitud, obteniéndose paulatinamente vistas sobrecogedoras del encajonado cauce del Duero. Una vez se llega al Berrocal, tras recorrer apenas 3 kilómetros, el ciclista obtiene la merecida recompensa de un paraje con excepcionales vistas sobre el río, un espacio de descanso interpretado que le permitirá recuperar fuerzas para el regreso.
El Camino del Pozo de los Humos. El Pozo de los Humos es uno de los recursos naturales más bellos de las Arribes del Duero. Este camino, en parte circular, en parte de ida y vuelta y de apenas 12 kilómetros de distancia, dirige al ciclista directamente hacia el mirador del Pozo de los Humos, donde poder descansar del camino y disfrutar de la impresionante caída del agua, cuya mayor espectacularidad se centra en los meses de invierno y primavera, cuando el río baja cargado de agua. El recorrido apenas ofrece dificultades técnicas, ya que la mayor parte del trazado se desarrolla sobre caminos de adecuado firme. Sin embargo, los más de 300 metros de desnivel y una pendiente máxima de ascenso del 16% nos obligan a clasificar este camino como de dificultad media, dificultad que se ve recompensada con el espectáculo natural que supone la cascada.
El Camino del Molino de la Peña. Este camino de ida y vuelta nos dirige directamente al antiguo Molino de la Peña, situado en un paraje de gran belleza, donde la naturaleza convive con asombrosas muestras de ingeniería, como este hermoso molino harinero recientemente restaurado o el viejo puente de piedra que, junto al molino, nos permite sortear el cauce del río Uces. De corta distancia, el camino del Molino de la Peña presenta una dificultad media basada en un trazado de importante desnivel y relativa dificultad técnica. Cabe señalar que una pequeña parte de su recorrido transita por asfalto, aunque por una antigua carretera sin apenas tránsito.
El Camino del Puente Nuevo. Camino circular, el Camino del Puente Nuevo nos dirige hacia tierras de Cabeza de Framontanos, a través de campos abiertos donde pace tranquilo el ganado, para alcanzar la antigua carretera que une Pereña con Cabeza de Framontanos, uno de los únicos pasos de la Rivera de la Cabeza de Iruelos. Tras sortear la Rivera por el Puente Nuevo -gran puente de 3 ojos construido en piedra- el ciclista retoma el camino de tierra que se dirige de vuelta a Pereña por caminos de suave pendiente. La dificultad media de este camino reside más en su distancia que en un requerimiento de conocimientos técnicos del uso de la Bicicleta Todo Terreno.
El Camino del Molino del Pasadero. Este camino, en ocasiones circular y en otras de doble sentido, dirige al ciclista desde el Centro BTT a tierras de la vecina población de Villarino de los Aires atravesando parajes de gran belleza, donde los caminos pasan de ser amplios y de buen firme a convertirse en caminos serpenteantes que ascienden hacia la Peña de la Madroñera, acumulando un nivel ascendente de más de 330 metros. Tras llegar al recientemente restaurado Molino del Pasadero, donde el ciclista podrá reponerse del camino e informarse sobre este tipo de ingenios, se retomará la vuelta hacia Pereña, pudiendo el ciclista, en caso de que así lo quiera, enlazar con el Camino del Teso de San Cristóbal, ampliando así el recorrido.
El Camino del Teso de San Cristóbal. El recorrido de este camino conducirá al ciclista hacia tierras de Villarino, atravesando tierras de amplios horizontes y sorteando pequeños arroyos hasta llegar al Teso de San Cristóbal, uno de los recursos turísticos más relevantes de la región, alto obligado en el camino. Tras alcanzar los 663 metros de altitud del Teso, el camino comienza a estrecharse al pasar entre antiguos viñedos, ofreciendo vistas de hermosa espectacularidad, para alcanzar finalmente la población de Villarino, acumulando algo más de 560 metros de desnivel ascendente, desde donde se retoma el camino hacia Pereña.
El Camino del Pozo Airón. Este corto camino de ida y vuelta dirige al ciclista hasta esta doble cascada donde podrá descansar en la cueva oculta tras la caída del agua, convirtiéndose en espectador privilegiado de este hermoso salto. Aproximadamente un kilómetro antes de llegar al Pozo, el recorrido aumenta en dificultad, llegando a presentar pendientes del 22% que obligan, debido a la estrechez, trazado y estado del firme, a bajar el pie de la bicicleta incluso a los más experimentados, lo que le convierte en un camino de muy alta dificultad. Sin embargo, a pesar de la dureza de los metros anteriores a la llegada al Pozo, su visita se convierte en imprescindible.
Para más información, consúltese: http://www.bttperena.es
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