Terraduero


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Ayuntamiento de Pereña de la RiberaEl pueblo presenta una estructura alargada en dirección norte-sur, siendo la iglesia y la plaza que se forma alrededor de ella el centro neurálgico del mismo. Todo se organiza en torno a dos calles paralelas, comunicadas entre sí por las auxiliares, en las que disfrutamos de preciosos rincones con una arquitectura rebosante de tradición, realizada principalmente a base de granito. Este es el material de construcción que ofrece la naturaleza y los paisanos lo han incorporado a su vida, incluso en épocas en las que ya resultaba más económico construir con otros materiales.

La variedad arquitectónica de Pereña es sobresaliente: encontramos corrales con puertas carreteras y tejaroz, testigos de la actividad ganadera durante el tiempo, paneras, cuadras, tenados. Todos ellos se entremezclan con casas sencillas, de una o dos plantas, levantadas totalmente en mampuesto de granito y adobe, que se esconden tras blanquecinos enfoscados y terrosos recubrimientos, y con vetustos sillares en vanos y esquinas. Algunas poseen pintorescas escaleras exteriores, que, junto a los poyos de sus puertas y patios, han sido mudos oyentes de esporádicas reuniones y amistosas conversaciones.

Además, en las puertas de algunas de estas casas, se pueden ver, aunque convertidas en maceteros, antiguas piedras de lavar, comederos y pesebreras, que también forman parte del patrimonio cultural de Pereña. Las pilas de lavar solían ubicarse en el entorno próximo del núcleo urbano, junto a un pozo, y eran utilizadas también como depósito para el riego de los huertos. Se distinguían de las pilas de comer de los cerdos, porque tenían piedra frotadera y orificio de salida, y comenzaron a dejar de usarse en 1927 con la traída del agua a los lavaderos.

Los comederos, construidos también en piedra de granito, se utilizaban para echarle de comer a los cerdos. Estaban repartidos prácticamente por todo el término municipal y, sobre todo, en las Arribes, porque el ganado pasaba la mayor parte del año suelto en el campo. También había pilas de corral o de pocilga, lugares a los que se trasladaban los animales a principios de verano. Las pilas del campo estuvieron en activo hasta la década de 1940, las de pocilga se mantuvieron unos años más. En cuanto a las pesebreras, eran un conjunto de dos o más comederos y servían para dar de comer a vacas, bueyes y churros. Siguieron utilizándose para engorde temporal del ganado, o como comedero habitual de los animales de trabajo.

Casa del PocitoUn lugar muy querido por los vecinos es la Casa del Pocito, singular construcción con siete vetustos pilares cuadrangulares, rematados en prismáticos capiteles con rústicos cimacios. Sujetan un anchuroso soportal que protege una preciosa fuente de vaso de cuarto de esfera apoyado en medio pie. Es toda de granito, igual que la piedra sobre la que está apoyada, y posee remate semicircular ribeteado y con ojo de buey en el centro. La belleza pintoresca de este rincón se completa con el mampuesto del muro y una ventana adintelada, resaltada con prismáticos bloques de rústico granito. Encima del pórtico, sobre el encalado del muro, hallamos un sencillo balcón de forja, animado por coloridas flores que muestran su mejor momento en primavera.

En la Plaza Mayor, espacio principal del pueblo, se alzan las edificaciones más importantes del lugar. Si venimos por el oeste, accederemos a ella traspasando un antiguo arco de medio punto, realizado en piedra de cantería, junto al que se yergue el Ayuntamiento. Este sigue la línea de las edificaciones del lugar, con mampostería en muros, salvo en zócalos, marcos y aristas, donde destacan los sillares. La simetría es la tónica en las dos alturas de la construcción, siendo armonioso y diáfano el juego de vanos y muro. Sobre la adintelada puerta principal hallamos el balcón y sobre la cubierta de teja árabe, una caseta que cobija el reloj.

De granito también son las fuentes, los bancales, los puentes, las cercas, los chozos, los molinos, etc., todos ellos resultantes de una economía tradicional basada en la agricultura y la ganadería. Estos últimos, realizados en mampostería, son de planta circular y, en ocasiones, aparecen apostados a contracorriente, para romper la fluidez de las aguas, convirtiéndose así en los protagonistas de las riberas. Estas construcciones, tan necesarias en el pasado, viven un continuo abandono, al ser prescindibles en la vida actual, aunque en los últimos años ha crecido el interés por las mismas y el Ayuntamiento ha restaurado algunas para su visita. Además, en Pereña tenemos la posibilidad de seguir la Ruta de los Molinos, para disfrutar de la belleza de esta arquitectura tradicional, unida simbióticamente al agua, al igual que las fuentes.

Caño GrandePereña cuenta con varias, regadas por sus múltiples manantiales, de entre las que destaca el Caño Grande, que hacía las veces de abrevadero para el ganado y de lavadero de ropa. Este posee una pila redonda y una especie de columnita rematada en bola, de la que salen dos caños. En 1964, dentro del núcleo del pueblo, se construyeron tres nuevos pilones, que se mantuvieron en activo hasta 1982, año en que se construyeron abrevaderos más funcionales en las principales entradas al pueblo, aptos para todo tipo de ganado.

Relacionados con esta economía tradicional ganadera también, son los restos de diversas construcciones como chozos, chiviteros o incluso las tradicionales cortinas que compartimentan las parcelas. Los chozos, lugares de refugio en la inmensidad vegetal de campos y dehesas, están construidos en mampuesto y poseen una planta circular, un pequeño vano de ingreso y falsa cúpula. Todos ellos nos remiten a un pasado remoto e incierto, posiblemente relacionado con las culturas de la Edad de Bronce.

Pero no todo en Pereña está relacionado con la actividad ganadera, también, por ser un pueblo esencialmente vinícola, en todo el término municipal se pueden observar diversas bodegas subterráneas, así como los bancales, curiosa forma de aprovechar el terreno de las laderas para el asentamiento de fértiles viñedos.