Recorrer el término municipal de Pereña de la Ribera mientras se disfruta del senderismo es una experiencia tan saludable para el cuerpo como deliciosa para el ánimo. En este pueblo, además de la Ruta GR-14, existen multitud de propuestas para el senderista, siendo tres las rutas principales que discurren por su entorno:
Aparte de estas rutas, son varios los caminos que se pueden recorrer en Pereña de la Ribera. De hecho, cualquier camino que se coja en la parte oeste o norte del pueblo llevará a paisajes espectaculares de gran belleza. Algunos de ellos son:
A la Ermita de Nuestra Señora del Castillo: saliendo por la parte norte del pueblo, a una distancia de 3 kilómetros, se halla la Ermita de Nuestra Señora del Castillo. Si se va andando, en el primer alto se puede observar perfectamente la situación estratégica que tenía el castro; de hecho, por la parte desde donde se llega no es fácil atacar y por la contraria es sencillamente imposible. Al llegar, se ve una explanada con fresnos donde pasar un rato muy agradable y contemplar la ermita y la casa del ermitaño. Al norte está el Duero, que baja tranquilo, por efecto de las presas, entre picachos graníticos y profundos desniveles.
Al Pozo de los Humos: sendero lineal de 8.6 kilómetros y una duración aproximada de 2 horas y 10 min. El recorrido es de cinco kilómetros hasta la cresta, sin bajar al pozo. Cerca hay un aparcamiento y una barrera que invita a no pasar, según la temporada, por anidamiento de cigüeñas y otras aves. Desde este punto, vamos descendiendo por la pista que nos llevará hasta el mirador, desde el que podremos contemplar el Pozo de frente, a unos cien metros de la cresta. No es fácil bajar -unos 30 minutos-, siguiendo un sendero que sale a la derecha del mirador, y subir cuesta un poco más –60 minutos–. Este último tramo de bajada es duro, aunque merece la pena llegar al río. Al lado del Pozo de los Humos, a la izquierda y escondido, está el Pozo de las Vacas, un remanso de sosiego y aguas serenas desconocido, que solo se ve si te atreves a bajar. A la izquierda del mirador, hay una palla con pinturas rupestres, atribuidas al final del paleolítico. Al Pozo de los Humos se recomienda ir un día fresco, o hacerlo de mañana.
Al Pozo Airón y el Mirador del Duero: sendero lineal de 6.4 kilómetros y una duración aproximada de 2 horas y 10 min. El recorrido comienza saliendo por el arco que hay en la plaza, de frente y siempre siguiendo el camino más ancho. Este lleva al pozo Airón, después de pasar varios antiguos molinos de temporada. A la izquierda, un sendero lleva al pie de la cascada y se puede entrar en la cueva que ha erosionado el aire, detrás del agua. En principio no hay peligro alguno, pero las piedras son muy resbaladizas y hay que tener cuidado. Cuando se deja el pozo, se puede seguir por el sendero hasta una pequeña explanada desde la que se ve el Duero. El camino no ofrece dificultad, salvo los últimos metros para llegar a la cueva del pozo, y no tiene pérdida, aunque no esté señalizado.
Al Teso del Berrocal: a la derecha de la ermita, según se contempla el río, se eleva un poco más el terreno. Si se sigue el camino, se entra en el antiguo castro vetón del siglo V a. C. por los restos de la primitiva muralla. Se recomienda seguir el camino, cruzar las dos explanadas y pasar por debajo de unas rocas que sujetan un vértice geodésico. Desde allí se divisa la parte norte del cauce del Duero.
Al Regato de Cabrones: se llama así por lo menos desde el 1700 y, aunque los eufemismos de los años 60 quisieron llamarlo de otra manera, el nombre de siempre ha prevalecido sobre las mentes adoctrinadoras. A este regato se llega saliendo desde la Plazuela, a la derecha. No tardando mucho se encuentran los postes que marcan el sendero GR-14, que llevará hasta la carretera que da acceso a la central eléctrica de Villarino. Si se quiere bajar hasta el mismo Duero, se puede ir por la carretera o por el antiguo camino, dejando el GR a la derecha.
Al camino de Valdollero o de las Aceñas: aunque ya no hay aceñas ni molinos, sigue siendo un camino de herradura por el que se llega al mismo Duero, un camino que va descendiendo paulatinamente hasta encontrarse con él. El sendero termina en la misma curva del Duero que se ve desde el mirador de la ermita, en un refugio. Es territorio de contrabando, ya que por Valdollero y el Cuarto del Sol pasaban los contrabandistas cuando no existía la presa de Aldeadávila, aprovechando la época de estiaje. El camino está señalizado y no es duro.
Del Picón de la Tabla a los Corrales por la Canalea: si se ha llegado por el camino de las Aceñas hasta la curva del río – el Picón de la Tabla- y se prefiere volver por otro lado, a escasos metros hay un sendero que sube hasta el picón de la Tabla. Desde allí se puede volver por el castro del Berrocal y la ermita o por la Canalea. Este sendero ofrece una perspectiva espectacular, ya que va bordeando la falda del teso, dejando a la derecha el Duero y a la izquierda el farallón de la ermita, para terminar en la carretera después de hora y media de marcha. No es una ruta muy frecuentada por desconocida y porque impone un cierto respeto, pues parece como si el farallón de la izquierda se fuera a precipitar de un momento a otro.
Esta información la pueden obtener de la pagina web http://perenadelaribera.es/cultura-y-deportes/rutas-de-senderismo/