Peñaparda posee un magnífico entorno natural, marcado por las estribaciones de la Sierra de Gata. Es este un territorio de media montaña, accidentado y con relieves bastante erosionados: pendientes, amplias vegas y valles encajados. Accidentes que con el discurrir de los ríos se han marcado de forma notoria, ocasionando la dificultad de las comunicaciones, razón por la que estas tierras han permanecido prácticamente intocables hasta nuestros días, manteniendo su belleza impoluta.

El RebollarEl municipio pertenece al Espacio Natural de El Rebollar, lugar de importancia comunitaria (LIC) donde abundan los grandes bosques de roble rebollo, de donde toma su nombre. Esta zona ha sufrido continuas reducciones por mano del hombre y del fuego; de ahí que de un tiempo a esta parte se realicen repoblaciones, sobre todo con Pinus pinaster. Sin embargo, de su exuberante vegetación también destacan el roble melojo, la encina, el Pinus silvestris, los castaños centenarios y diversas especies de matorrales, como el brezal, el cantueso o el tomillo. A orillas de los ríos encontramos los especímenes propios de la ribera, formando preciosos bosques de galería.

La fauna en este municipio es muy rica y variada. Lobos, zorros, cabras montesas, nutrias, tejones, jabalíes, ciervos, linces, águilas, perdices, alimoches, milanos, cuervos, cigüeñas, buitres y un sinfín de peces, reptiles, anfibios e insectos habitan sus bosques y peñascos, cuando el clima, cálido y seco en verano, pero duro y frío en invierno, se lo permite. También beben de los numerosos ríos que irrigan estas tierras, como el Peñaparda, que nace en la Sierra de el Molar, o el Perosín, que debe su nombre a un pequeño núcleo poblacional prácticamente despoblado. Todos finalizan su recorrido en el río Águeda. Además, en la mayoría de ellos, se encuentran viejas instalaciones de molinos hidráulicos ya abandonados, que en otros tiempos fueron lugares de continuos trabajos y fuentes de inspiración de romances y amoríos.

El CastilluDos de los parajes más destacados de Peñaparda, que no hay que perderse, son El Castillu y la Cantera Molar. El primero es un gran afloramiento granítico, situado a la vera del pueblo; un gran peñasco que da nombre a la localidad y desde el que se puede disfrutar de una magnífica panorámica del pueblo y sus alrededores. Está coronado por una cruz de piedra, símbolo de recuerdo a los que cayeron durante la Guerra Civil.

En cuanto a la Cantera Molar, es una antigua cantera de piedras de molino, abandonada desde hace décadas, que se encuentra a unos ocho kilómetros del núcleo urbano, escondida en un exuberante robledal. De esta cantera se sacaban las muelas, elemento central del molino hidráulico con el que se molía el cereal para hacer pan. Aún se pueden contemplar varias piezas sin terminar y restos de alguna rota que, inerte, parece contemplar el inexorable paso del tiempo.

El espacio se ha recuperado y habilitado para uso turístico, con carteles explicativos del lugar, de su función y de sus útiles, por ser un mirador privilegiado de la zona, con vistas a la Sierra de Gata, al Pico de Jálama y a los bosques de robles de El Rebollar, así como un lugar de extrema importancia en otros tiempos.

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