Sanzoles está situado en la vasta meseta castellana, en lo alto de una suave ladera rocosa, protegido por amplios cerros, como los de Peña Tajada, el Cuco, la Bubilla y las Llaves. A sus pies, se extienden hermosas llanuras ideales para el cultivo de cereales y legumbres y, especialmente, para los viñedos. En sus praderas y pastizales, un día cubiertos de alamedas, como recuerdan los textos, el ganado ha encontrado siempre cobijo y sustento.
Desde cualquier rincón de sus calles se puede gozar de amplias vistas panorámicas, con el rotundo teso del Viso interponiéndose en primer plano. En su término municipal hay una bella muestra de topónimos llenos de sugerencias históricas, que van desde la Cañada al Castillo y desde la Frontera al Judío, o desde el Hongón a las Lámparas, el Señor, Valdeluna o Valdemoro, sin olvidar el miedoso Teso de la Horca.
Bañado por el arroyo Talanda, su entorno cuenta con extensos bosques de pinos y encinas, que albergan en su interior una gran diversidad de animales, entre los que destacan los conejos, los zorros, los jabalíes y las ardillas, entre otros. También posee aves, de una amplia variedad de especies, tanto insectívoras, que encuentran su alimento entre los troncos y arbustos del sotobosque, el herrerillo capuchino o el carbonero común, como rapaces: el milano, el azor o la lechuza, entre otras.
Además, Sanzoles dispone de un gran número de fuentes y varios arroyos más, donde dedicarse a la pesca de pequeños peces y cangrejos. Un poco más alejado de la localidad, pero a pocos minutos de la misma, podemos disfrutar del entorno del Duero, con su exuberante vegetación y fauna.
En las llanuras sanzolanas es posible no solo disfrutar de unos paisajes preciosos, plagados de olores y colores dispares, sino también recrearse con una gran variedad de actividades, como el senderismo, la micología, especialmente en otoño, y el ciclismo.