Terraduero

En Lubián los hombres tuvieron que luchar contra una naturaleza hostil y poco generosa. Uno de sus mayores enemigos fue el lobo, que devastaba sin piedad sus ganados. Es por ello, por lo que los lugareños diseñaron una ingeniosa trampa para dar caza a tales bestias, denominada Cortello dos Lobos.

Esta construcción consiste en un recinto de planta circular, de unos treinta metros de diámetro, con muros de unos tres a cuatro metros de altura, levantados con piedras sin argamasa y rematados con grandes lastras salientes hacia el interior, con la finalidad de evitar que el lobo, una vez dentro, pudiera escapar. Se sitúa a media ladera de la montaña, de manera que una de las partes de la pared queda a nivel del terreno lo que genera un efecto visual engañoso para el depredador, que salta al recinto sin salida, atraído por una cabra u oveja colocada a modo de cebo en el centro. Todo este esquema constructivo está diseñado para hacer tan sencilla la entrada del animal como difícil su salida.

Una vez dentro, el lobo no podía trepar los muros debido a su altura y a las piedras colocadas hacia el interior, con lo que quedaba dentro del Cortello hasta que el vecino encargado, normalmente el propietario del animal que ha hecho de cebo, volvía a recogerlo. Al descubrir la presencia del lobo en la trampa, se avisaba a toque de campana a todos los vecinos quienes acudían con toda clase de objetos ofensivos para torturarlo. Reducido el animal, era convenientemente abozalado y encerrado en una cuadra, donde moría de angustia por el apresamiento. Muerto el lobo, era cargado por los mozos del pueblo en un burro y exhibido por los pueblos de los alrededores a modo de trofeo. En estas localidades solían recibir monedas y productos de la tierra, como recompensa por el apresamiento. Finalmente, en Lubián se organizaba una fiesta a la que asistía toda la comunidad. 

Esta trampa era utilizada como un elemento de defensa contra el ataque del lobo no como un instrumento de exterminio. Se empleaba tiempo atrás, antes de la existencia del veneno y las armas de fuego, en tiempos en los que la lucha hombre-lobo era más o menos equilibrada. El Cortello, en la actualidad, puede resultar una auténtica barbarie, pero es una construcción con un alto valor etnográfico, ya que está ligado a las creencias y costumbres de tiempos pasados.

Lubián sostuvo durante siglos una guerra sin cuartel contra el lobo: trampas, mastines mantenidos con grandes dificultades, vigilancia continua y cuentos en las cocinas para alertar del peligro a chicos y grandes. Hoy quedan pocos lobos y también poco ganado, pero construcciones como el Cortello sirven para mantener el recuerdo de la vida tal como fue. La falta de documentación relacionada con el Cortello dos Lobos, junto con su carácter popular, hace que su origen sea incierto. Se cree que pudo haber sido construido en la Edad Media, por aquellos que crearon el pueblo, pastores en su mayoría. En la actualidad se encuentra rehabilitado, aunque sin uso desde mediados del siglo XX.