Desde tiempos remotos, el vino ha estado profundamente ligado a la localidad y es que las características del terreno circundante siempre han sido propicias para el cultivo de frutos de gran calidad con los que se han elaborado caldos excepcionales.
Actualmente, el pueblo sigue conservando algunas bodegas tradicionales, que demuestran la riqueza y la tradición vinícola del lugar. Estas aparecen excavadas en laderas orientadas preferentemente al norte, evitando el sol y el calor.
El procedimiento de fabricación de estas bodegas, de origen inmemorial, ha sido siempre el mismo. Primero se practicaba un corte vertical en la ladera del cerro, que permitía, la construcción de la entrada. Después se excavaba el primer agujero de ventilación, avanzando, a partir de ahí, en horizontal, hasta completar la planta de la bodega, y abriendo paulatinamente los restantes huecos. Se hacían a pico y pala, sacando la tierra en recipientes, que se iba echando sobre el exterior de la bodega para protegerla y escurrir el agua de lluvia. En ocasiones, las bodegas se comunican entre sí, debido a perforaciones fortuitas durante la construcción de nuevas bodegas.
Al exterior, destacan sus fachadas, realizadas en piedra de sillería, ladrillo o adobe, simétricas y con un umbral, marcado por un peldaño que, elevado sobre el terreno exterior, impide la entrada del agua de lluvia. Por dentro, constan de tres cuerpos: primero el vestíbulo, luego el cuerpo principal de la bodega, con cubierta abovedada y nichos excavados a ambos lados, en forma de bóvedas ligeramente apuntadas, sin llevar a cabo ningún tipo de refuerzo complementario, y, finalmente, el lagar.
El cuerpo de la bodega, donde se ubican los recipientes para la elaboración del vino y las cubas de almacenamiento, debe ser lo suficientemente grande para albergar estos, así como para la manipulación, llenado, vaciado y limpieza de los mismos. Y también para la pisa, ya sea en la propia roca o recipientes para su estrujado y extracción.
Está tradición sigue formando parte de la localidad, existiendo tanto pequeñas bodegas para los que buscan, de forma modesta y familiar, vino de gran calidad, como grandes productores que, bajo la Denominación de Origen Valles de Benavente, han hecho de la enología un gran negocio, centrándose en la elaboración de productos de gran calidad, sin olvidar sus humildes orígenes.