Las fuentes siempre han sido símbolo de vida en los municipios y en otros tiempos en los que el agua corriente era impensable, el municipio que no contaba con abundantes fuentes, pozos y arroyos estaba condenado a desaparecer. Es por esto, que desde tiempos antiguos se protegen con losas de piedra o arcos de medio punto construidos de forma rudimentaria, en muchas ocasiones, contando con escaleras para que las mujeres (que tradicionalmente eran las cantareras) pudieran bajar y recoger cómodamente el preciado líquido. Desde antiguo las fuentes han sido punto de reunión y por ende de chismes y cotilleos. Si las fuentes pudieran hablar ¡Hay que ver la de historias que contarían!
Entre las fuentes que salpican el pueblo destaca la Fuente Pelayo, de origen romano y conservada en buen estado. Hay otras más pequeñas y menos conocidas como como las de Labayo, Lavallinos, Valdemidina, la Divisina, la Broyal o Valcarrasco entre otras.