Como sucede con las fuentes, el pueblo cuenta con varios cruceros diseminados que jalonan la localidad. Son monumentos característicos principalmente de Galicia y Portugal pero que podemos ver dispersos por abundantes municipios de la comunidad Castellano y Leonesa y más aún en esta zona fronteriza en la que nos encontramos.
A partir de 1.564, tras el Concilio de Trento y la contrarreforma se sucede una auténtica fiebre por los cruceros, ubicándolos en las encrucijadas ya fuera para proteger los caminos o recordar el fervor religioso. Con el paso de los años, se fueron simplificando, dejándo únicamente la cruz, sin figura alguna, aspecto este que también era determinado por el poder económico de quien encargara la obra, ya fuera una agrupación religiosa o un particular.
Tres son los más destacados, la Cruz del Encuentro, la de Peñagorda o la de la Salve.