Este conjunto religioso fue declarado Monumento Histórico-Artístico en 1.931, teniendo como principal baluarte su torre templaria del s XIII. La torre fue concebida en sus inicios como atalaya militar por la Orden del Temple en este cruce de Caminos para la protección de los caminantes (trashumantes o peregrinos). Esto además se fundamenta en el hecho de que el chapitel está construido como refugio abovedado, al que se accede únicamente por un paso exterior con apariencia de matacán (balconcillo utilizado para las defensas de murallas y castillos). Debido a su época de construcción, nos sorprende con su estilo tardorrománico procediendo su piedra de esquisto feldespático del paraje cercano de Valdarmeño y estando asentada sobre una base defensiva y ciega, mostrando tres cuerpos comunicados por escaleras interiores de madera que ascienden hasta el campanario, de amplios arcos agudos que dan cabida a las campanas.
Aunque lo que más puede llamar la atención de la torre es su buey (a los que algunos atribuyen el nombre del municipio) esta bella torre esconde otros secretos que aún no han sido descifrados como la ornamentación que adorna planos y chapitel repitiéndose tres girones plegados con un remate similar al de las vestiduras de la Virgen y el paño del Crucificado (ambos románicos) y que la confieren cierto carácter enigmático. Además de ello, el chapitel está rematado con bolas, hojas y flores al más puro estilo del románico zamorano.