Los restos de la que fuera Iglesia de San Nicolás se encuentran en el centro del pueblo, muy cerca de la Plaza Mayor. Aunque este templo está documentado desde 1187, los vestigios que han llegado hasta nuestros días apuntan hacia una cronología más tardía, que debe rondar el primer cuarto de siglo XIII. No obstante, se desconoce cómo debió ser esta primera construcción, pues el edificio es fruto de una amalgama de construcciones y reconstrucciones de épocas muy diferentes desde el siglo XIII hasta el siglo XX. De la primitiva iglesia tan solo se conservan la portada de arquivoltas apuntadas, una capilla funeraria adosada al muro septentrional de la nave y los primeros cuerpos de la torre, declarada Bien de Interés Cultural en 1983.
Esta última se levanta a los pies del edificio, en su ángulo noroccidental, y está construida en sillería de piedra arenisca, salvo el cuerpo superior, que fue realizado posteriormente en ladrillo. Es de planta cuadrangular y se estructura en cuatro cuerpos, delimitados por impostas lisas. El cuerpo inferior, cubierto con una bóveda de terceletes del siglo XVI, se abre a las naves a través de dos arcos apuntados que descansan sobre impostas molduradas. Al segundo cuerpo se accedía desde el coro, por una escalera actualmente inutilizada. Presenta dos ventanas protegidas por un arco de medio punto, que descansa sobre una pareja de columnillas provistas de capiteles vegetales de tosca factura. Sobre este piso se dispone un tercero, abierto en sus lados occidental y meridional por sendos arcos apuntados, que en el lado sur se complementan con otros dos de tracería gótica. El último cuerpo es de obra morisca de ladrillo y presenta dos arcos de medio punto en cada lado, enmarcados por recuadros y frisos de esquinillas.
En el muro sur de la nave, se conserva todavía la vieja portada románica, protegida por un pórtico más moderno. Consta de un arco de ingreso apuntado y dos arquivoltas finas que descansan sobre una línea de imposta biselada. En el lado derecho quedan restos de dos columnas con capiteles vegetales muy erosionados.
Su interior contaba con un artesonado mudéjar del siglo XVI que cubría el crucero y que se derrumbó el 6 de diciembre de 1969, poco después de haberse celebrado la liturgia del santo titular, varias pinturas barrocas de influencia Velazqueña, de las que no queda nada, y un retablo plateresco, formado entonces por banco, tres cuerpos con cinco calles y ático, con diversas esculturas y diez tableros pintados. Este fue desmontado y trasladado a la iglesia parroquial de Santa María del Río, posteriormente a la casa rectoral, y finalmente al edificio del Ayuntamiento, donde se ha conservado hasta que fue restaurado entre 2011 y 2013. Gracias a la documentación existente en el Archivo de la Real Chancillería de Valladolid, sabemos que la realización del retablo fue contratada en 1526. Posteriormente, en 1529, se concertó su ampliación para añadir un cuerpo más en altura. Respecto a la autoría y la cronología de las pinturas, nada dicen los citados documentos.
Las tablas fueron burdamente repintadas en el siglo XVIII -momento en el que se sustituyeron dos de ellas por las tallas de San Fabián y San Sebastián-, aunque las pinturas originales con idénticos temas se han hallado bajo las mismas. Los tableros, pintados al óleo sobre madera de pino, contienen las siguientes escenas: Presentación de Jesús en el Templo, Epifanía, Huida a Egipto, Disputa con los doctores, Camino del Calvario, Descendimiento, Santo Entierro, Resurrección, San Nicolás de Bari arrojando bolsas con oro por una ventana para dotar a tres doncellas indigentes, y el mismo santo obispo apareciéndose en sueños al emperador Constantino para impedir la ejecución de tres oficiales falsamente acusados e injustamente condenados a muerte.
Gracias al 1% cultural, se han consolidado los restos de esta maltrecha iglesia, cerrando todo el edificio y restaurando su imponente torre, con acceso a la última planta, desde donde se divisa una singular panorámica de la villa y de sus alrededores. Además, se ha convertido en un centro socio-cultural con el fin de darle un mejor uso a sus instalaciones.