En Arribes del Duero la elaboración del vino está ligada a la historia de la Península Ibérica. La primera hipótesis la hace coincidir con la colonización romana y la segunda habla de la época de los fenicios que usaban las rutas comerciales marítimas y el puerto natural que forma la desembocadura el río Duero. Desde siempre ha sido un espacio agrario colonizado por el cultivo de la viña, hasta el punto de que quizá se trate de una de las primeras zonas vitivinícolas en la cuenca del Duero. Arribes del Duero lleva a pensar en los escarpados valles que origina el río al formar los bancales, terrazas cortadas como a cuchillo, para salvar un desnivel de 700 metros.
Los vinos de Toro cuentan con una gran tradición, sus orígenes son anteriores al asentamiento de los romanos. En la Edad Media fue considerado un bien de gran aprecio, tanto que se le concedieron privilegios reales que permitían su comercialización en localidades donde la venta de otros vinos estaba prohibida. Durante el siglo XIX se exporta en grandes cantidades a Francia para suplir la falta de vino provocada por la plaga de la filoxera.
En Tierra del Vino el cultivo de viñedo y la elaboración de vino de alta calidad han sido, desde siempre, fundamentales en las economías rurales de la zona. Se tienen citas medievales en las que se recogen las bondades de los vinos de la comarca. Hasta bien entrado en siglo XX, el viñedo era el monocultivo de la zona. Estos vinos se producen en un clima continental extremo y árido, con inviernos fríos y veranos muy calurosos, lo que propicia vinos con fuerte personalidad.