El plano de Peñaparda es irregular. La mayor parte de sus calles son estrechas, aunque todas tienen su peculiar encanto. En ellas se siente el transitar de vecinos y animales como algo totalmente familiar, íntimo y acogedor.
El pueblo conserva gran parte de su fisionomía tradicional, aunque son pocas ya las casas antiguas que quedan en pie. Su arquitectura es sencilla, de un solo piso, propia de economías agrícolas y ganaderas, y compuesta por edificios construidos con lajas de piedra de pequeñas dimensiones, teja árabe y muros de mampostería irregular, reforzados con sillares bien escuadrados en las esquinas y en los vanos.
La Plaza Mayor contiene el edificio del Ayuntamiento, de dos plantas. Su fachada posee ventanas en la planta baja y un balcón de forja y dos accesos en la segunda. El conjunto queda rematado por un frontón con la esfera del reloj y coronado por una sutil espadaña con su campana. En las esquinas y en balcones y ventanas, posee remates de granito. Cerca del mismo, hay una curiosa fuente, con un vaso circular de granito, orientado hacia el Ayuntamiento. Tiene un gracioso remate curvado, rematado con un prisma piramidal, y en su parte posterior, dos caños que vierten agua a un pequeño pilón rectangular. Data su construcción del año 1945, según consta en su inscripción.
Varios son los restos de construcciones antiguas los que se conservan en el municipio: a las afueras del pueblo, en el paraje de San Miguel, existió una ermita del mismo nombre, y un albergue, llamado de San Francisco, a orillas del río Águeda. En dirección a Villasrubias hay un puente, y en otros lugares, las paredes de una antigua piscina natural, la coqueta plaza de toros y una fuente romana, situada en la Vía Romana de la Dalmacia y restaurada en 1997.