El pueblo muestra un trazado abierto y desorganizado. Sus calles mantienen la fuerza del ayer, entremezclada con la contemporaneidad de modernas construcciones que imprimen un carácter vivo al pueblo.
La arquitectura local utiliza piedra granítica en rústico mampuesto, con sillares en sus esquinas. La altura de las edificaciones es reducida, de uno o dos pisos más sobrao. Su planta es irregular, con una cocina donde sentarse y una o dos alcobas. Varias tienen bodega, aunque ha cambiado su funcionalidad. Al exterior, algunas esconden su mampuesto bajo un enlucido. A veces mantienen un pequeño portalillo, volado a tres aguas, o soportal. Los tejados son a dos aguas con teja árabe y sus vanos, adintelados.
Suelen tener grandes corrales, con anchurosa puerta carretera, y algunas mantienen tenadas, abrevaderos, pajares, paneras, gallineros y cuadras. El pozo fue indispensable en todo corral, de hecho, muchos lo conservan, incluyendo su tradicional polea. Uno de los más famosos es el Pozo del Tío Carlos. Algunos corrales también poseen las viejas pilas de lavar. Destaca por su belleza la Casa Parroquial, que consta de un amplio jardín delantero, diferentes departamentos, tenadas, pajares y un gran terreno. Actualmente, se encuentra en rehabilitación.
El Ayuntamiento ocupa un edificio de nueva construcción que sigue las directrices tradicionales: mampuesto a seco, con vetustos sillares en las esquinas y dintel en las ventanas. Es de única planta, techado a dos aguas. En un lateral tiene una pequeña espadaña, rematada en frontón, en cuyo centro se abre un óculo al que le falta el reloj.
La plaza del pueblo o Plaza Propia posee los restos de una antigua casa señorial, que posiblemente perteneciera a la familia Rodríguez del Manzano. Esta conserva escalera sin baranda, que sube hasta la panera; aleros para resguardar las ventanas, protegidas por rejas de fragua; y un vano, de insinuante barroquismo, con remate de pequeños jarrones en sus extremos, desde los que sendas hipérboles convergen al centro, culminando en cruz. En sus lados aparecen esquemáticas rosetas. Hoy estos restos están integrados en una construcción moderna.
Hay diversos pozos, como el de la Calle Mojada, y fuentes, no aptas para el consumo humano. La más sobresaliente por su factura es la Fuente Romana, construida a finales del siglo XVIII. En la zona más baja de la localidad, hallamos la Fuente del Cuartillo, adintelada y de gran austeridad, obra similar a la Fuente de las Eras, que solo se secaba en los años malos. También está la Fuentona, que permanece casi oculta en el suelo.
Múltiples cortinas, cercas de piedra que separan las parcelas, de diferentes formas rodean el pueblo. Realizadas por mampuesto a seco, otorgan un aspecto pleno de rusticidad al paseante. Observamos también apriscos para las ovejas, chozos y lo que aquí llaman arrimaeros, espacios semiabiertos a modo de media choza, que utilizan los pastores para guarecerse de las inclemencias del tiempo.