La aldea de Castrelos se encuentra entre montañas que se tiñen de preciosos colores, según la época del año. En invierno, sus casas y tierras quedan sumergidas bajo el manto de la nieve, mientras que, en otoño y primavera, sus campos resplandecen con los tonos de las hojas y las flores.

Al estar situada en una zona de alta montaña, rodeada por las sierras del Marabón o de la Escusaña, no posee las condiciones climáticas regulares de la provincia zamorana. De hecho, Castrelos tiene un clima propio de estas zonas, con inviernos muy fríos, con fuertes ventiscas de agua y nieve; y con un verano muy corto, pero de agradables temperaturas.

Rio TuelaSus alrededores esconden lugares mágicos, de una frescura y belleza que pocas veces se pueden ver. Algunos de ellos, quedan bañados por las cristalinas aguas del río Tuela, el curso de agua más importante del municipio. Este río, que nace en las Lagunas de La Ermita, invita a realizar numerosas actividades en su entorno. Es conocido por los aficionados a la pesca, gracias a la abundancia de sus truchas, bogas y anguilas. Y también permite realizar deportes acuáticos como el rafting, viviendo emociones intensas, a la vez que se descubre un enclave excepcional.

En cuanto a la flora de la localidad, el castaño es una de sus señas de identidad, aunque también cede espacios a otras especies, como el roble, el carrasco, el nogal, el abedul, la vegetación de ribera o los pinos de repoblación. Los castaños han encontrado aquí un hábitat ideal, desarrollando amplios sotos con impresionantes ejemplares centenarios. Pero, además de toda esta variedad arbórea, son abundantes los manzanos y los membrillos; así como varias especies de matorrales, de setas y hongos, tanto comestibles como venenosos; o de líquenes y musgos.

Entre tanta vegetación no es extraño encontrar una fauna variadísima. De hecho, en los bosques de la localidad aún podemos ver corzos, zorros, ardillas, jabalíes, erizos, nutrias y gatos monteses. No obstante, tres son los señores de estas tierras: la trucha, reina de los ríos; el ciervo, príncipe de los bosques y el soberano de la montaña sanabresa: el lobo ibérico, temido y admirado a la vez. Pero no solo destacan los mamíferos, también son importantes las aves, que nos observan desde lo alto, de entre las que destacan el halcón, el gavilán, el azor, el cernícalo, la abubilla, el cuco, la tórtola y, también, perdices, herrerillos, petirrojos, ruiseñores y mirlos.

Sus fuentes de las que brota un agua excelente, sus altas montañas, sus bosques y ríos, sus gentes amables y deseosas de recibir al forastero, su aroma a vida y su aire puro y esa sensación de libertad que emana de la naturaleza, nos invitan a disfrutar de este hermoso pueblo, el paraje adecuado para perderse y encontrarse con uno mismo.

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