El pueblo muestra un plano concentrado, pues la mayoría de sus viviendas se agrupan en torno al casco urbano. Sus calles mantienen la fuerza del ayer, entremezclada con la contemporaneidad de modernas construcciones que imprimen un carácter vivo al pueblo.
Los avances, tanto técnicos como sociales, han repercutido en las construcciones tradicionales, conservándose muy pocas estructuras puramente castellanas. Estas se caracterizan por el uso de la piedra para la cimentación, el adobe y el enfoscado de barro, como elementos principales para las paredes. Posteriormente, se utilizó la mezcla del ladrillo con el adobe para las paredes exteriores, realizando muros más consistentes. La parte del muro exterior se realizaba en ladrillo, mientras que la parte interior se hacía en adobe revestido de yeso. Para la cubierta, se utilizaban vigas de madera, unidas por otras más pequeñas llamadas quinzales, cerrando el tejado con la típica teja castellana de barro cocido.
La mayoría de las viviendas suelen ser de una o dos plantas, aunque las más modernas pueden llegar a tener hasta tres, destinando la última al sobrao. El acceso desde la calle se realiza por medio de porches abiertos, con bancos corridos o poyos a uno o ambos lados de la puerta. Este da acceso a un recibidor desde el que se pasa a los dormitorios, a la cocina, a la despensa, a la escalera para subir al sobrao y al corral. En algunos de los edificios, encontramos llamadores de puertas muy bonitos y balcones con recias rejerías.
Destaca en el pueblo el inmueble que fue de las escuelas, como uno de los mayores atractivos locales. Es una casona bastante alta, toda ella creada con tapial. La irregularidad de los muros, un poco en talud, erosionados levemente por las lluvias, emiten un encanto singular. El tejado posee un gran protagonismo, con aleros muy salientes. Es con todo ello uno de los ejemplos más hermosos de la arquitectura tradicional de la zona.
Asimismo, sobresalen varios edificios del pueblo, por su importancia en tiempos pasados: molinos, fraguas, fuentes, puentes, cuadras, corrales, pajares, presas, palomares, etc. Todos ellos los podemos encontrar en Vecilla de la Polvorosa, en mayor o menor medida, pero siempre realizados con los materiales típicos de la zona.
- Palomares. Estas construcciones tan típicas de Tierra de Campos y Tierra del Pan se pueden encontrar diseminadas también por las cercanías de Vecilla de la Polvorosa, en eras y campos, dando una peculiar estampa a su paisaje. Son cerradas al exterior, robustas y adaptadas al clima. El del pueblo, de planta cuadrada, realizado en adobe y tapial y con doble tejadillo a un agua, es uno de los puntos de interés del municipio, una representación del patrimonio etnográfico que supone, tanto un atractivo turístico como un reflejo de la historia local
- Canal de Vecilla. A mediados del siglo XX, en las proximidades del pueblo de Vecilla de la Polvorosa, se construyeron una presa y una compuerta desde las que se conducía el agua hacia el río Eria. Este canal se llevó a cabo ante la necesidad de agua, escasa en el Eria, que con frecuencia se secaba en verano. En ese momento, el Órbigo contaba ya con embalses para su regulación y aprovechamiento, algo de lo que no disponía, ni aun hoy dispone, el Eria.
En la actualidad, la construcción aún se conserva, aunque se ha llevado a cabo una ampliación del canal, coincidiendo con la realización de la concentración parcelaria y, por ende, con una mayor necesidad de agua para el regadío. También, desde esas mismas fechas, el canal está reforzado de hormigón, en casi todo su recorrido, y pertenece, como todos los de esta comarca, a la Confederación Hidrográfica del Duero. Su recorrido se extiende por más de 25 kilómetros, desde Vecilla de la Polvorosa, hasta su final en el Tera.
Este canal es el sucesor de otro canal de tierra, conocido como Canal de Manganeses, nombre del pueblo en el que comenzaba cuando se construyó en la Edad Media, con las mismas funciones y la misma zona a regar que el presente.