La Iglesia de Santa Marina posee un gran valor arquitectónico y es una de las construcciones más bellas de todo el pueblo. Fue construida a finales del siglo XVI, en 1585, según consta en los datos catastrales, aunque fue modificada en el siglo XVIII, por lo que la estructura que vemos en la actualidad es eminentemente barroca.

Construida con sillares de granito bien escuadrados, presenta un templo de planta basilical, con una sola nave, capilla y sacristía, que constituyen un solo volumen. A la vista destacan su presbiterio, cuadrado y más alto que la nave, y su espadaña-campanario, con dos cuerpos. El primero contiene dos vanos que cobijan sendas campanas; el segundo, posee remate en piñón, con un óculo en el centro, cruz en el vértice y decoraciones típicamente barrocas, que se repiten en cada una de las esquinas de la cubierta del presbiterio.

La fachada oeste muestra detalles artísticos equilibrados, abriéndose en ella su puerta principal, rectangular y animada por pequeñas orejeras en sus vértices. Su marco posee un par de pilastras estriadas y un frontón triangular superior con una hornacina que, en la actualidad, se encuentra vacía. A los lados, hay dos óculos decorados con tracerías pétreas de diseño cruciforme.

En una de las paredes del atrio, vemos un sobrio crucero, asentado sobre una gran piedra circular. El fuste contiene diversas estrías y largas series de bolas encadenadas. Arriba, en la cara principal, se reprodujo la figura del Crucificado, quedando en el envés la de la Virgen, de gruesos vestidos acampanados.

En el interior, destacan la bóveda de piedra de la capilla mayor y el artesonado de madera de la nave. Hay varios retablos barrocos: el principal posee cuatro columnas salomónicas, entre las que se venera la imagen de santa Marina. A un lado está también el altar de Santa Ana.