El casco urbano de San Ciprián, de calles angostas para defenderse del frío, conserva gran parte de la arquitectura típica de la zona de la Alta Sanabria. La silueta de sus casitas, enmarcada por las cumbres cercanas que parecen proteger al pueblo, está perfectamente integrada con el entorno natural. La de San Ciprián es una arquitectura marcada por los materiales disponibles –piedra, pizarra y madera (roble y castaño)-, la orografía de montaña y el áspero clima.

Casa Tradicional en San Ciprián de HermisendeLa primitiva casa es una construcción de una única planta rectangular, en la que se encuentran la vivienda familiar y la cuadra, de pequeñas dimensiones. A medida que las necesidades familiares crecen, se van adosando nuevas construcciones en torno a patios y corrales. Posee escasas y pequeñas ventanas en sus enormes paredes, de granito y cubiertas con louxas de pizarra. Durante largo tiempo, se repudió esta arquitectura popular e incluso la piedra se ocultaba tras cal o pintura. Afortunadamente, de un tiempo a esta parte se está produciendo una recuperación del aspecto tradicional y las nuevas construcciones se mantienen acordes a la piedra, madera y pizarra de antaño.

La necesidad de ampliar la vivienda origina una casa con dos plantas, introduciendo nuevos elementos como la escalera, de madera o piedra, ubicada en el exterior para que no ocupe parte del espacio interior, y los corredores, donde desemboca esta, presentes siempre en la parte más soleada, sostenidos por canecillos, cerrados, semiabiertos o abiertos y utilizados como secadero de legumbres o ropa, almacén de productos o leñera. La planta inferior solía estar destinada al ganado, aprovechando el calor de los animales para calentar la planta superior, que era la vivienda como tal. En el interior, la vida se organizaba en torno a la cocina y su hogar, una laja de piedra donde se encendía el fuego. Junto a él se situaban los calderos y utensilios de cocina, bancos donde sentarse, una mesa y al menos un arca que servía de panera y despensa. Robustez y fortaleza muestran estas construcciones contra los rigores del invierno.

Cerca de la iglesia existía una vieja casa con un gran encanto. Fue derribada hace unos cuantos años. En su fachada meridional volaba un balcón, con su antepecho de rústicas tablas. En el lateral de poniente, en la planta baja, se abría una puerta con un gran dintel apoyado sobre dos ménsulas recortadas en varias curvas. En el piso alto existía una gran ventana, por encima de la cual estaba incrustada la mencionada estatua de San Cipriano. Esta era y es uno de los principales atractivos locales.

Existió en la localidad también una capilla dedicada a Santa Catalina, erigida en 1617. Desapareció hace mucho tiempo, aunque aún quedan algunos sillares que pertenecieron a sus paredes.

De gran importancia para la vida rural eran las construcciones comunales: hornos, molinos, fraguas, fuentes, puentes, chozos de pastores, presas, etc. Todos ellos los podemos encontrar en San Ciprián, en mayor o menor medida, pero siempre realizados con los materiales típicos de la zona.

-   Horno de hacer pan en San Ciprián de Hermisende Hornos: en el pueblo se conservan dos hornos, o Forno do Cimo do Lugar y o Forno d´Abaixo, ambos de varios propietarios. De grandes dimensiones, el Forno d´Abaixo ha sido intervenido en época reciente, mediante la reconstrucción de la cubierta de pizarra. Conserva la chimenea levantada delante de la boca del horno, chimenea que no salía hacia el exterior de la cubierta.

-    Molinos harineros: en San Ciprián los vecinos recuerdan cuatro molinos, todos sobre el río Tuela. Remontando el curso del río son: el Molino del Carrizal, el Molino de Veiguiña, el Molino de Abajo y el Molino de Maquila. De ellos apenas quedan un montón de ruinas.

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