La iglesia es el principal monumento del pueblo. Está ubicada en el centro de la localidad, rodeada por una plaza, y su titular es El Salvador. Se trata de una imponente edificación que contrasta por sus dimensiones con el resto de edificios de la población y de templos de la zona. Construida sobre una anterior iglesia románica, cuyos restos se pueden apreciar en el muro norte, con numerosas marcas de cantero, canecillos y una saetera, es de estilo renacentista y data de mediados del siglo XVI, aunque comenzó a construirse en el siglo XV y se modificaron algunas de sus partes en siglos posteriores.
Está construida en sillares de piedra y tiene planta de cruz latina, de una nave y con brazos laterales cortos, cabecera cuadrada, camarín, sacristía y baptisterio adosados. De su sencillo exterior, destaca la altísima espadaña, de dos cuerpos y tres vanos, con decoración de canecillos, los enormes contrafuertes que sujetan sus muros y la portada, con un arco de medio punto sobre el que se abre una hornacina con la imagen en piedra arenisca de El Salvador.
Aunque el exterior ha sufrido importantes reformas, como la que afectó a la fachada del mediodía a mediados del siglo pasado, es el interior el más afectado con respecto a su concepción original. Antiguamente, su nave estaba cubierta por una bóveda de cañón y por una cúpula en el cimborrio, ambas decoradas con enyesados que representaban escenas del Evangelio, pero fueron sustituidas por un artesonado, debido a un derrumbe producido en los años 30, que acabó también con la mayoría de retablos y buena parte del mobiliario de la iglesia. Debido a ese hundimiento, tan solo se conservan un par de columnas con sus capiteles jónicos y el arranque de los nervios de la cúpula. La sacristía también se encontraba abovedada hasta la restauración de la iglesia en los años 90 pero no se pudo conservar su bóveda; también se han perdido importantes alhajas y pinturas que según las informaciones llegó a tener la iglesia en otros tiempos.
De esta forma, vemos un interior sencillo, presidido por el retablo mayor, del siglo XVI, con la imagen de vestir de Nuestra Madre y la del Salvador, obras del escultor toresano Pontejo. También se conserva el retablo de la Virgen del Rosario, del siglo XVIII, que, hasta hace pocos años, ocultó otro retablo tallado en piedra y unas antiguas pinturas que hoy están recuperadas. Asimismo, se han conservado las tallas de San José y San Francisco de Asís, del siglo XVIII. En la pared norte del templo, hay un sepulcro de piedra policromada, con arco de medio punto, pilastras adosadas y escasa decoración. Tiene una pintura mural al temple que representa la Jerusalén Celeste. Por un lado, nos sirve como escenario para contemplar a Jesús crucificado, en una magnífica talla.