La Danza de Palos de Almaraz es para esta comunidad, al igual que ocurre con otras localidades que poseen este tipo de patrimonio, un emblema de identidad local. Se encuentra históricamente ligada a la festividad del Corpus Christi, aunque tenía un origen pagano, relacionado con la fertilidad, los ritos mágicos, las danzas guerreras de la antigüedad, las danzas gremiales medievales o las danzas aldeanas. Aparece documentada por primera vez en 1689 y, desde entonces, anualmente en los libros de cuentas de la Cofradía del Santísimo del pueblo, como gastos propios de la función. Antes de esa fecha no se ha conservado ningún documento de la cofradía, a pesar de la existencia de la parroquia desde la época medieval, lo que nos hace pensar que estas danzas podrían ser también anteriores a esta primera referencia.
Hasta finales del siglo XIX, gozó de gran salud, llegándose a realizar también con motivo de la fiesta de San Pelayo y en otro tipo de reuniones festivas, como matanzas etc. Durante estas fiestas patronales, la danza salía desde el Ayuntamiento a la Iglesia, se entraba danzando en la iglesia, se interpretaba un lazo religioso dentro del rito de la Eucaristía, y durante la procesión, se danzaba en lugares destacados del pueblo. Se mantuvo hasta mediados del siglo XX, cayendo en desuso a partir de los años 30, ya que, con la llegada de los gramófonos, la canción moderna y el luto de la guerra, dejó de practicarse. Y es que, después de la Guerra Civil, estas danzas no fueron bien vistas, pues la escenografía del Corpus requería una mayor solemnidad y seriedad y a menudo estas danzas asociadas a vestimentas poco convencionales y personajes grotescos no contribuían a la seriedad del acto.
El baile tradicional consta de un total de unos 40 lazos que se bailan en público al compás de una flauta de tres agujeros y un tamboril, ejecutados por la misma persona. Es bailada por ocho danzantes que entrechocan simultáneamente los palos, antiguamente hombres, siendo guías los danzantes de los extremos y panzas los del interior. La indumentaria tradicional de los danzantes está formada por pantalones de paño fino o terciopelo ricamente decorados con lentejuelas de huevecillo de oro y talcos, agremanes, picados y puntillas. La camisa era de tela estampada profusamente decorada con cintas de variados colores y agremanes. Las medias y las zapatillas blancas, estas últimas adornadas con borlas y picados. A la cintura un pañuelo y, cruzadas al pecho, dos bandas de seda. También un sombrero de grandes dimensiones hecho a base de flores y algunos otros adornos. Los palos son de espino seco de un año, de unos 45 cm de longitud.
Este tipo de bailes fue muy común en muchos pueblos de la zona, pero en la mayoría se ha ido perdiendo. El fallecimiento de familiares, la ausencia de tamborilero que conociera adecuadamente el repertorio de la danza, junto con el éxodo rural en las décadas posteriores, hicieron que la danza de Almaraz estuviera más de 40 años dormida, a pesar de varios intentos de reactivarla. Fue recuperada puntualmente en el año 84 y, de nuevo en 2009, con un grupo joven de unos 15 danzantes que la bailan actualmente, revitalizando así antiguas tradiciones locales.