A finales de verano o principios de otoño es la época reproductora de ciervos, el aire se llena de los roncos y largos bramidos de los machos en celo y resuenan los golpes de sus cuernos, en su lucha por hacerse con el control de la manada, de esta manera realizan una selección natural en el derecho por la reproducción.
Sus peleas son estruendosas pero incruentas. Entre mediados y finales de septiembre los machos lucen su máximo esplendor mostrando altivos sus cuernas grandes y ramificadas.
Los ciervos pierden y renuevan sus enormes astas cada año, lo que supone un gran desgaste metabólico que le obliga a tener que asimilar grandes cantidades de sales en poco tiempo.