Viajar por Foz-Côa es viajar por dos Patrimonios de la Humanidad, es recorrer los caminos de la memoria y contemplar las formas deslumbrantes de la naturaleza, de la historia y del arte paleolítico.
Más que un lugar común, la lucha y los enfrentamientos épicos del pasado con el presente hacen de estas gentes resistentes, héroes y auténticos constructores de sueños y de esperanza. Las oportunidades perdidas rápidamente se transforman en miradas cautivas, y los paisajes de las rudas laderas del Duero y del Côa, con sus viñedos, más no fueron en el pasado que ventanas abiertas a la imaginación ya la creatividad.
Si el Museo del Côa narra una historia con una riqueza inmaterial inusual y las terrazas del Duero respiran una civilización ancestral sin igual, entonces podemos aprovechar un camino turístico sostenible idealizando la conjugación de estos dos factores.
Vila Nova de Foz Coa se encuentra, en la Región Norte de Portugal, al Norte del Distrito de Guarda, y en la sub-región del Douro. Está limitado por los municipios de Torre de Moncorvo y Carrazeda de Ansiães (al norte), con Mêda y Pinhel (al sur), con Figueira de Castelo Rodrigo (a Este) y al Oeste con São João da Pesqueira y Penedono. Es atravesado por el Itinerario Principal, IP2, por la E.N 102 y 222, respectivamente.
Se trata de una villa tranquila donde es posible relajarse y disfrutar de la buena mesa, siempre presente, destacando los productos ligados al aceite, a la almendra y al vino, entre otras muchas delicias.
El viaje, sea cual sea su lugar de partida, es siempre hermoso, acompañado de verdes campos cultivados y, en algunos lugares, las aguas de los ríos Côa y Duero se encuentran. En la confluencia de los dos ríos existe un puente de hierro (heredado de la vía férrea Pocinho - Barca d'Alva, hoy desactivada) que se atribuye a Eiffel o a alguno de sus discípulos.
En uno de los valles se alza la que es una de las más importantes muestras de arte al aire libre del mundo, que fue, por lo tanto, considerado monumento nacional en 1997 y patrimonio de la humanidad al año siguiente. El arte rupestre del Côa proporciona un viaje único al pasado, retratando la vida social, económica y espiritual del primer antepasado de la humanidad.
En torno a Foz Côa, son diversos los lugares donde el arte de varias épocas diferentes puede ser apreciado con rutas que incluyen estos núcleos de arte rupestre: Penascosa (Castelo Melhor), Cañada del Infierno (Vila Nova de Foz Côa), Ribeira de Piscos (Muxagata), Fariseo (Muxagata) y el rastro de los Cazadores Paleolíticos (Algodres y Almendra).
Tiene un área total de aproximadamente 398,2km², distribuidos por sus 14 freguesías (aldeas). Es un municipio con baja densidad poblacional, oscilando entre los siete y ocho mil habitantes.
Freguesias y Localidades:
Freguesia de Vila Nova de Foz Côa: Mós, Santo Amaro, Pocinho.
Freguesia de Touça: Touça.
Freguesia de Seixas: Seixas.
Freguesia de Sebadelhe: Sebadelhe.
Freguesia de Santa Comba: Santa Comba, Tomadias.
Freguesia de Numão: Numão, Arnozuelo.
Freguesia de Muxagata: Muxagata.
Freguesia de Horta: Horta.
Freguesia de Freixo de Numão: Freixo de Numão, Murça.
Freguesia de Custóias: Custóias.
Freguesia de Chãs: Chãs.
Freguesia de Cedovim: Cedovim.
Freguesia de Castelo Melhor: Castelo Melhor, Orgal.
Freguesia de Almendra.
En su trazado natural los paisajes son agrestes, encontrándonos surcos vigorosos debido al paso de sus ríos, el Duero y el Côa, que vincularon a las gentes de esta región al exterior y permitieron granjear su riqueza, constituyen un escenario de grandiosidad por la minuciosidad con la que los artistas interpretan sus vastos campos agrícolas sembrados de pintorescos pueblos y aldeas.
En las ondulaciones del relieve, las poblaciones se ubican en las cumbres más aplanadas, desde donde pueden observarse los pueblos vecinos rodeados de viñas, almendros y olivos en los días claros y de intensa luminosidad. En otros, sin embargo, la neblina cerca los horizontes y la melancolía los invade, es la invitación a interpretar los espacios próximos de los modos de ser y hacer de una población que hizo del estoicismo su estatuto y, resistiendo, levantó un escenario trascendente y admirable que entusiasma y embriaga.
Bellezas ancestralmente buriladas por trabajo arduo y porfiado, se impone que sean observadas de los lugares más elevados. Los innumerables miradores del municipio, desde donde la vista se extiende y se pierde entre los confines de la serranía, que la naturaleza levantó y que el hombre eligió y allí creó espacios de oración y ocio, presentan paisajes de exultante beldad.
Son espacios de silencio, de paz, de meditación, espacios de convivencia saludable, los Miradores del Concejo de Vila Nova de Foz Côa, en el fondo, nos hacen estar entre el cielo y la tierra, sentir la labor de sus gentes en el trabajo del campo, divisar las aldeas bañadas por el sol es una auténtica belleza, observar el movimiento de sus ríos entre los márgenes sinuosos que las manos de los hombres transformaron. En sus raíces Vila Nova de Foz Côa encuentra al hombre paleolítico que, con modestos artefactos representó en el duro terreno sus ambiciones y proyectos de su universo espiritual y material, haciendo de este santuario el mayor museo de arte rupestre al aire libre, hoy Patrimonio de la Humanidad.
Los vestigios de la ocupación humana, más o menos intensa, se prolongan por los tiempos de los castros y romanos. Los escasos testimonios del período suevo-visigótico y árabe garantizan, sin embargo, la continuidad de los núcleos poblacionales. Contrariando las vicisitudes propias de las tierras fronterizas en estas paradas, la vida comunitaria se mostró regular y continua, a partir del s. X.
El interés real y señorial, en el sentido de promover el poblamiento y desarrollo de esta región, fue confirmado mediante la concesión de cartas de foral a los habitantes de las poblaciones, dándoles importancia juridica-administrativa. En el siglo XIX, a pesar de haber sido escenario de desórdenes, persecuciones y luchas fracturadas (la guerrilla de los Marçais extendió el terror en la región) que acompañaron la implementación del liberalismo, la villa de Foz Côa asumió el liderazgo del municipio, tras varias condicionalidades que justificaron la sustitución o absorción de algunas sedes municipales, en particular las múltiples reformas administrativas.
No obstante, los ocho pelourinhos que resisten desde entonces, en el área del actual municipio, testimonian la autonomía municipal y son el símbolo de la ancestral vida comunitaria en la Región.
Elevada a categoría de ciudad el 12 de julio de 1997, visitar Vila Nova de Foz Côa es redescubrir nuestra historia, es acompañar un proceso milenario que desvela el patrimonio artístico y cultural en complementariedad con lo rústico y la belleza paisajística que la región encierra y que merece que sea vivida.