Salimos de Rihonor por el antiguo camino de Robledo, junto a la iglesia. Es un camino ancho y abierto del que, como a los tres kilómetros de subida, vemos salir desviaciones a nuestra derecha que bajan hacia los prados. Si queremos contemplar los ciervos debemos descender atentos y en silencio, incluso buscar una buena sombra y esperar algunos minutos. Poco antes de llegar a los bosques de pinos abandonamos la ruta de Robledo y tomamos el camino que sale a nuestra derecha. Encaramos ahora la mismísima Raya con Portugal, que transcurre por las laderas que se encuentran frente a nosotros. Si nos fijamos podemos distinguir las “marras” (mojones que delimitaban la frontera) y algunos puestos de vigilancia ya en desuso. Después de cambiar de nuevo de camino, volvemos tranquilamente hacia el pueblo bordeando los cabuercos y sus prados. Antes de llegar, en una zona especialmente húmeda nos encontramos con un sendero que parte a nuestra izquierda: es la ruta de las Peñas Blancas. Y así alcanzamos el camino de Robledo, por el que habíamos partido.